Lo que dice la ciencia para adelgazar de forma fácil y saludable

27 mar 2017

Carbohidratos, insulina y obesidad, cuestiones sin resolver

Aunque el dogma del exceso de calorías y las grasas como causa del sobrepeso sigue siendo (al menos por el momento) el argumento dominante, lo cierto es que se empiezan a extender poco a poco otros enfoques. Uno de los que más popularidad está consiguiendo es el llamado "modelo carbohidratos-insulina" ("carbohydrate-insulin model"), también denominado como "hipótesis de la insulina". Suele ser vehemente defendido por los seguidores de las dietas bajas en carbohidratos y si han leído  "Lo que dice al ciencia para adelgazar" lo conocerán, porque también yo lo utilizo como explicación.

Como muchos de ustedes ya sabrán, este planteamiento asocia el exceso de carbohidratos, sobre todos los de rápida absorción o elevado índice glucémico (IG), a elevadas concentraciones de insulina, lo cual provocaría cambios metabólicos relacionados con la obesidad.

A la hora de describirlo con más detalle, se suele citar la siguiente secuencia de sucesos digestivos y metabólicos, que en su conjunto darían lugar al proceso de ganancia de peso:

  1. Los alimentos ricos en carbohidratos y elevado índice glucémico, al digerirse y absorberse rápidamente, elevan la concentración de glucosa en sangre.
  2. Para gestionar este exceso de glucosa, nuestro páncreas segrega gran cantidad de la hormona insulina.
  3. El exceso de insulina  provoca un contexto bioquímico que favorece el almacenamiento de grasa.
  4. Si la concentración elevada de insulina en sangre se convierte en crónica (hiperinsulismo), se produce una insensibilización de las células a esta hormona, (llamada "resistencia a la insulina"), lo cual provoca una necesidad de mayor segregación de la misma para poder gestionar la glucosa, creando un círculo vicioso.
Evidentemente, detrás de cada uno de estos sucesos habría diversas explicaciones, hipótesis y mecanismos bioquímicos, pero no es el objetivo de este post entrar en esos detalles. La idea es quedarnos en este nivel de profundidad y tomar una posición escéptica. El objetivo sería identificar los puntos más débiles y la falta de pruebas relacionados con esta argumentación. Como se dice en el título del post, conocer las cuestiones que todavía están sin resolver.

¿Muchos carbohidratos de elevado IG = mucha obesidad?

El resultado directo de la hipótesis de la insulina y de la secuencia de sucesos anterior sería deducir que una dieta rica en carbohidratos, especialmente si son de elevado índice glucémico, provoca irremediablemente sobrepeso. Algo que también podemos justificar con una buena cantidad de estudios (como por ejemplo estos, y muchos de estos o estos), que llegan a conclusiones coherentes con este razonamiento. Sin embargo, hay importantes excepciones que no podemos pasar por alto.

Históricamente ha habido colectivos cuya dieta ha sido alta en carbohidratos pero cuyos miembros no han sufrido elevados índices de sobrepeso (ejemplo). Incluso todavía se puede encontrar algún caso de pequeños pueblos con este tipo de dietas y envidiables indicadores de salud, como se cuenta en este reciente articulo y en el estudio de 2012 "Fatty acid composition in the mature milk of Bolivian forager-horticulturalists: controlled comparisons with a US sample". Pero también es cierto que son excepciones de pequeña magnitud y con formas de vida bastante diferentes a las de occidente.

¿Hay algún caso más cercano, en el que las personas lleven una forma de vida más parecida a la nuestra, en la que haya sobredisponibilidad de alimentos y el sedentarismo sea elevado?

Pues sí, tenemos un caso muy claro y evidente que cito en "La Guerra Contra el Sobrepeso". Me refiero a Japón, un país en el que sus habitantes disfrutan desde hace décadas de la mayor esperanza de vida de todo el planeta (fuente) y uno de los menores índices de prevalencia de obesidad (fuente):

Mapa OMS con prevalencia obesidad mundial

Sin duda, esta privilegiada situación es consecuencia de diversos factores, tanto dietéticos como culturales. Y de políticas rigurosas y acertadas (algunas se explican en este artículo de BBC Mundo); la dieta de los japoneses es baja en azúcares, rica en vegetales y pescado y destaca por la moderación de su raciones (en este vídeo se pueden conocer las grandes diferencias entre el entorno alimentario norteamericano y el japonés). Pero también es cierto que, en números redondos, la cantidad de carbohidratos que ingieren es bastante elevada. Prácticamente el 60% de la energía total la obtienen a partir de este macronutriente y de esta cantidad más de la mitad (un 40% de la energía) se corresponde con cereales, en su mayoría de un elevado índice glucémico, ya que hablamos de arroz (un 30%), junto con trigo (un 10%). Lo confirman sus estadísticas oficiales y estudios concretos:


Como he dicho, a la hora de validar la hipótesis de la insulina no podemos obviar esta excepción. Ciertamente podremos analizar y estudiar las razones por las que sucede, pero su mera existencia debería impedirnos generalizar sin matices y afirmar que las dietas con muchos carbohidratos engordan.

¿Mucha insulina = más grasa acumulada y menos gasto energético?

Vayamos ahora a la segunda cuestión, que está relacionada con la tercera afirmación, "el exceso de insulina  provoca un contexto bioquímico que favorece el almacenamiento de grasa". ¿Hay pruebas sólidas que la respalden?

Para hacer un pequeño repaso de las investigaciones que se han hecho en este sentido, empezaremos por la más reciente, un ensayo que fue específicamente diseñado para intentar responder esta cuestión y financiado por NuSI, la entidad creada por el defensor de las dietas bajas en carbohidratos y de la hipótesis de la insulina, Gary Taubes. Se trata de "Effects of a low carbohydrate diet on energy expenditure during weight loss maintenance: randomized trial" (2018) y estas fueron las conclusiones de los autores:

"La composición dietética parece afectar el gasto energético independientemente del peso corporal. Una baja carga glucémica y una dieta rica en grasas podrían facilitar el mantenimiento de la pérdida de peso más allá del enfoque convencional de restringir el consumo de energía y fomentar la actividad física"

El gráfico que incluyeron mostraba con claridad un mayor gasto energético en aquellas personas que seguían una dieta baja en carbohidratos:





Unos meses antes se había publicado otro estudio, "Energy expenditure and body composition changes after an isocaloric ketogenic diet in overweight and obese men" (2016), un trabajo con bastante morbo porque, como ya conté, fue liderado por Kevin Hall, un escéptico del modelo insulina-obesidad, pero también financiado por NuSI, la entidad de Gary Taubes.

Durante la investigación los autores sometieron a un grupo de personas con sobrepeso a una dieta de adelgazamiento rica en carbohidratos durante un par de semanas y posteriormente se les cambió a una dieta cetogénica (muy baja en carbohidratos y que reduce notablemente los niveles de insulina en sangre) durante otras cuatro semanas, para comprobar cómo se modificaban el gasto energético y la grasa corporal. En estas condiciones se ratificó mediante un indicador intermedio que, en efecto, la dieta cetogénica había reducido de forma significativa los niveles de insulina.

Respecto al gasto energético, se observó que tras iniciar ese tipo de dieta (marcada como punto 0 en el eje horizontal de los gráficos) se había producido un aumento del mismo (el primer gráfico es sobre el gasto en general y el segundo gráfico sobre el gasto durante el sueño):


Viendo los valores, se aprecia que el aumento llegó a un máximo de 100 kcal/día en total y unas 200 kcal/día al dormir). Pero la tendencia era decreciente, es decir, el aumento del gasto energético tendía a reducirse según pasaban los días, hasta llegar a valores cercanos a 50 kcal/día tras cuatro semanas.

Respecto a la pérdida de grasa corporal, no se detectaron ventajas relevantes con la dieta cetogénica, las diferencias no fueron significativas en la reducción de la misma entre ambas estrategias. Al parecer, hubo una pequeña desaceleración al iniciar esta dieta (justo lo contrario de lo que se podría esperar con el modelo, pero que podría ser explicable por tratarse de una fase de adaptación), que desapareció tras las dos primeras semanas, igualándose con la de la dieta alta en carbohidratos:


Y estas fueron las conclusiones finales de los autores:

"La dieta cetogénica isocalórica no estuvo acompañada de un aumento de la pérdida de grasa corporal, pero se asoció con un aumento relativamente pequeño del gasto energético, cercano a los límites de sensibilidad de la tecnología más avanzada utilizada"

Hay que destacar que, a pesar de haberse diseñado de forma muy específica y tener una duración relativamente amplia (lo cual, a fecha de hoy, convierte a esta investigación en una importante referencia sobre el tema), este estudio tampoco era perfecto.  Sus propios autores lo consideraron y calificaron como "piloto" y "observacional" antes de su inicio, como puede verse en el registro que hicieron antes de comenzar. Probablemente la deficiencia más importante fue la asignación no aleatoria de la dieta a los participantes. Se siguió la misma secuencia en todos los individuos, primero la dieta alta en carbohidratos y luego la baja, lo cual pudo influir en los resultados.

Por su parte, el investigador David Ludwig, defensor de la hipótesis de la insulina y autor del estudio anterior, lo criticó abiertamente, como pueden leer en este post.

¿Hay otros ensayos sobre este tema?

Sí, los hay. Podemos retroceder a 2012 para encontrarnos con Effects of Dietary Composition on Energy Expenditure During Weight-Loss Maintenance" (2012), y que ya cité en este otro post. En esta investigación, en la que de nuevo participó el mencionado David Ludwig, previamente se puso a dieta a los sujetos durante 12 semanas y se estabilizó su peso. Posteriormente empezó realmente el ensayo, asignando aleatoriamente una de las tres dietas isocalóricas definidas, la muy baja en carbohidratos (10/60/30 de la energía a partir de carbohidratos/grasas/proteínas respectivamente), la de bajo índice glucémico (40/40/20) y la baja en grasas (60/20/20), como puede verse en la siguiente tabla.



En este caso los resultados fueron bastante más favorables para el modelo, ya que se detectó un claro aumento del gasto energético al seguir una dieta baja en carbohidratos, de unas 320 kcal/día respecto a la baja en grasas.


Sin embargo, el estudio tiene una pega: las dietas no tenían la misma cantidad de proteínas, la baja en carbohidratos aportaba un 30% de energía a partir de este macronutriente, frente a un 20% de la baja en grasas. Y como algunos de ustedes ya sabrán, las proteínas provocan un mayor gasto energético debido al efecto de la termogénesis, como expliqué en este otro post, por lo que parte del aumento podría achacarse a esta diferencia de proteínas.

¿Es esta "interferencia" muy relevante? Según su autor, no demasiado, ya que la termogénesis esperable sería modesta y bastante inferior a esas más de 300 kcal diarias. En el otro extremo estarían los más críticos, que piensan que esta variable podría afectar de forma importante a los resultados. Junto con otros posibles problemas de diseño y metodología.

Por otro lado, esta intervención también incluyó otro tipo de dieta, de bajo índice glucémico, que presentaría menores niveles de insulina tras la ingesta respecto a la dieta de control (baja en grasas). En esa dieta la cantidad de proteínas no se modificó, por lo que se obviaría el problema anteriormente citado. Y, como puede apreciarse en el gráfico superior, se detecto un gasto energético mayor al de la dieta de control (aunque menor que el de la dieta baja en carbohidratos). Este resultado favorecería la hipótesis de la insulina.

Sin embargo los autores aportaron los datos de cada uno de los participantes y de ellos se dedujo algo que también era importante. Como se representa en la figura inferior, dos tercios de los participantes presentaron mayor gasto energético al seguir la dieta de bajo índice glucémico (línea verde), pero en el resto, un tercio, ocurrió exactamente al contrario, el gasto energético se redujo (línea roja):


Así que aunque globalmente el resultado pudo favorecer a la dieta de bajo índice glucémico, un importante porcentaje de personas (33%) llegó a resultados desfavorables.

Sigamos retrocediendo en el tiempo. Aunque realmente no fueron diseñados de forma específica para comprobar esta hipótesis, hay trabajos anteriores que han medido los cambios del gasto energético al variar la cantidad de carbohidratos. Kevin Hall hace una recopilación en su reciente revisión "A review of the carbohydrate-insulin model of obesity" (2017) y su resumen es el siguiente:

En estos ensayos se encontraron pequeñas diferencias en el gasto energético:
Sin embargo en estos otros no hubo cambios significativos:
Según Hall, esta amplia lista debería ser suficiente para poder afirmar que no hay pruebas de la hipótesis de la insulina. En el otro extremo, David Ludwig ha criticado esta generalización con la siguiente respuesta en Pubmed Commons:

"(...) estos estudios están plagados de las mismas limitaciones inherentes, incluyendo corta duración, rigor limitado, mediciones indirectas de la composición corporal, falta de confianza de las cámaras metabólicas (que han demostrado subestimar la termogénesis adaptativa en comparación con el método de agua doblemente marcada), defectos de control de calidad y otras cuestiones. De los estudios citados, seis eran de 1 a 4 días, siete fueron de 7 a 15 días y sólo cinco fueron de 4 a 6 semanas. Uno de los estudios más largos se basó en datos recuperados de aproximadamente 30 años antes de la publicación, sin mediciones directas de la composición corporal o gasto energético. Los otros cuatro estudios más largos emplearon una severa restricción calórica que ensombreceria el efecto de los macronutrientes. Dos de estos estudios tenían sólo 4 sujetos por grupo. Los dos restantes mostraban una una ventaja de grasa grasa visceral significativa y no significativa respectivamente, para la dieta baja en carbohidratos. Ya hemos recorrido este camino antes, con 40 años de dietas bajas en grasa basadas en la sobre-interpretación de la investigaciones metodológicamente limitadas. No volvamos a cometer el mismo error."

Y casi simultáneamente Kevin Hall había publicado el metaanálisis "Obesity Energetics: Body Weight Regulation and the Effects of Diet Composition" (2017), en el que se concluyó lo siguiente:

"Si bien se ha sugerido que las dietas bajas en carbohidratos (...) aumentan el gasto de energía y promueven la pérdida de grasa, nuestro metaanálisis de 32 estudios de alimentación controlada con sustitución isocalórica de carbohidratos por grasa encontró que tanto el gasto energético como la pérdida de grasa fueron mayores con dietas bajas en grasa"

Como podrán comprobar, la situación es realmente compleja. De cualquier forma, viendo los estudios y sus resultados, ¿ustedes creen que podemos afirmar con razonable seguridad que hay pruebas de que reducir los niveles de insulina mediante la dieta provoca un mayor gasto energético o un menor almacenamiento de grasa?

Personalmente, yo creo que no. Las pruebas que hay son pocas y con resultados diversos. Y, de cualquier forma, los datos indican que de confirmarse este efecto, tampoco sería de mucha magnitud, más bien al contrario.


¿Mucha insulina = resistencia a la insulina?

Para terminar,  vamos a analizar una tercera cuestión, en este caso relacionada con el cuarto punto, el origen de la resistencia a la insulina.

Este fenómeno de la resistencia hormonal (o falta de sensibilidad) se conoce hace años y en la práctica significa que hace falta más cantidad de lo "normal" de insulina para llevar adelante los procesos metabólicos en los que participa. Como por ejemplo, los de gestión de la glucosa. El consenso entre los expertos respecto a que está íntimamente asociada a la obesidad es indiscutible, aunque lo que sigue sin resolver es la dirección de la causalidad: si un factor provoca el otro, o viceversa.

Los estudios han mostrado que hay bastantes circunstancias que son capaces de empeorar la sensibilidad a la insulina, como por ejemplo el consumo elevado de fructosa, la inflamación o el sedentarismo. Pero como he mencionado, según las explicaciones que se suelen dar del modelo insulina-obesidad la resistencia a la insulina sería sobre todo consecuencia de un factor predominante: el hiperinsulinismo crónico. Es decir,  los elevados niveles de insulina debidos a una dieta de elevado IG y durante largos periodos de tiempo. Esta situación provocaría que las células se fuesen "insensibilizando". Para explicarlo, con frecuencia se recurre a utilizar la analogía de la tolerancia a las drogas (que lleva a tomarlas cada vez con más cantidad y frecuencia) o describiéndolo como una especie de "mecanismo de defensa" o de "insensibilización por saturación", como ocurre cuando estamos mucho tiempo en ambientes de mucho ruido. Yo mismo he utilizado estos ejemplos en más de una ocasión.

Sin embargo, lo cierto es que no hay evidencias de peso para dar por válida esta relación de causalidad. Aunque hay indicios bastante convincentes de que la administración de insulina exógena (inyectada) puede dar lugar a resistencia (estudio1, estudio2, estudio3, estudio4, estudio5), a día de hoy no hay pruebas claras de que una dieta de elevado índice glucémico vaya a tener el mismo efecto.

Aunque en estudios de hace décadas se intentaba buscar la responsabilidad de la resistencia a la insulina en un nutriente único (siendo las grasas saturadas las que se llevaban la mayoría de las sospechas, por cierto), en la medida en la que se han ido realizando más investigaciones, las hipótesis han ido evolucionando. Los expertos han comprobado que, una vez más, la cuestión es más compleja de lo que se pensaba y las causas pueden ser muchas y muy variables. Hay muchos tipos de resistencia a la insulina, se produce en diversos tejidos (músculo, cerebro, grasa...) y la realidad es que todavía no se sabe con seguridad cuál es su origen y mecanismos exactos.

En la búsqueda de pruebas de la causalidad entre el exceso de insulina y la aparición de la resistencia a la misma, podemos analizar la relación entre una dieta de alto índice glucémico (que teóricamente dará lugar a mayores concentraciones de insulina) y el deterioro en el control de la glucosa, cuyo caso más extremo sería la diabetes tipo 2. Pues bien, estos serían los últimos metaanálisis de estudios epidemiológicos en los que se ha analizado esta relación y se ha encontrado positiva:
Aunque también hay alguno en el que no se  ha hallado relación:
De cualquier forma, el aumento de riesgo identificado es siempre bastante pequeño y no hay que olvidar que estamos hablando de estudios observacionales, muy susceptibles de verse afectados por variables de confusión y que no aportan información rigurosa sobre la causalidad entre las variables y su sentido. ¿Un exceso de insulina deteriora los mecanismos de control de la glucosa o viceversa? No lo sabemos con seguridad, pero probablemente la explicación y las relaciones de causalidad sean bastante más complejas que una simple relación en una sola dirección.

Si el modelo carbohidratos-insulina fuese el mecanismo fundamental de la obesidad y la resistencia a la insulina se produjera fundamentalmente por el exceso de insulina, también sería esperable una importante mejora de la sensibilidad a esta hormona al seguir una dieta baja en carbohidratos. Menos carbohidratos es igual a menos glucosa y menos glucosa es igual a menos segregación de insulina en sangre. Pero si echamos un vistazo a los ensayos de intervención en los que se intenta relacionar la dieta y la sensibilidad a la insulina (sin olvidar que son de corto-medio plazo), los resultados son heterogéneos y diversos.  El único  metaanálisis que ha analizado este aspecto es "Effects of Saturated Fat, Polyunsaturated Fat, Monounsaturated Fat, and Carbohydrate on Glucose-Insulin Homeostasis: A Systematic Review and Meta-analysis of Randomised Controlled Feeding Trials" (2016) y no encontró efectos claros de los diferentes macronutrientes en variables relacionadas con la sensibilidad a la insulina. Y buscando entre ensayos podemos encontrar de todo; hay trabajos en los que una dieta alta en carbohidratos (y supuestamente más insulinémica)  puede mejorar más la sensibilidad a la insulina que una baja en carbohidratos (estudio1estudio2), menos (estudio1estudio2estudio 3) o no diferenciarse (estudio1estudio2estudio3estudio4estudio5).

Por otro lado, se sabe que la resistencia a la insulina puede mejorar de muy variadas formas, sobre todo perdiendo peso, pero también haciendo ejercicio, reduciendo el estrés o durmiendo bien. Sobre todo ello hay teorías muy interesantes que intentaré contarles en un próximo post monográfico sobre el tema. Hasta entonces les animo a leer la revisión "A causal role for hyperinsulinemia in obesity" (2017), que podría ser un buen resumen del estado de la ciencia al respecto.

Con todos estos datos, una vez más es realmente difícil sacar conclusiones. Pero creo que podemos deducir que, en la actualidad, no hay pruebas claras que muestren que la resistencia a la insulina se produce mayoritariamente debido a concentraciones elevadas de esta hormona provocadas por la dieta.

Comentarios finales

Vuelvo a recordar que el objetivo de este post era poner a prueba - desde el escepticismo - algunos de los argumentos con los que suelen (solemos) explicar el modelo carbohidratos-insulina de la obesidad. El resultado no es como para echar cohetes ya que, en contra de las expectativas, las investigaciones de los últimos años no han ayudado a despejar las cuestiones principales.

De cualquier forma, quiero hacer algunas puntualizaciónes. En primer lugar, todo esta escasez de pruebas en las cuestiones presentadas podría cambiar en un futuro próximo. O tal vez no. Habrá que estar atentos a los estudios que se vayan publicando y decidir en función de sus resultados.

Por otro lado, todo ello tampoco significa que no haya evidencia bastante razonable para prescindir de gran parte de los alimentos de elevado IG, sobre todos los altamente procesados. Ni tampoco que las dietas bajas en carbohidratos no puedan ser útiles a algunas personas. He publicado bastantes post (como estos o estos) recopilando muchos estudios sobre el tema y que muestran evidencias en este sentido. Cada poco tiempo se publican revisiones y metaanálisis - como el reciente "Systematic review and meta-analysis of dietary carbohydrate restriction in patients with type 2 diabetes" (2017) - que lo vuelven a confirmar. Vamos, que tampoco comparto con Hall la opinión de que el modelo está totalmente invalidado y desmontado.

En resumen, hay que seguir trabajando por contrastar los modelos y los argumentos que utilizamos para explicar estos resultados. Si no sabemos cuáles son los mecanismos que hay detrás y qué es lo que realmente está ocurriendo, no podremos hacer previsiones y recomendaciones precisas y útiles para las personas, ya que corremos un gran riesgo de equivocarnos, especialmente cuando las condiciones cambian o se ven afectadas por otras variables.

Vuelvo a recordar que la obesidad es un fenómeno complejo, multifactorial, cuyas causas precisas todavía no se han determinado (quizás la hipótesis de la insulina sea una de ellas, o quizás no, y de cualquier forma, habrá bastantes más). Y cuyo tratamiento efectivo a largo plazo sigue siendo una asignatura pendiente para todos los expertos y en todos los países del mundo.

Así que lo dicho, a seguir trabajando y vigilantes...

Actualización:

Me comunican que se ha publicado un post en el que se explican las razones por las que en Japón no hay obesidad, a pesar de que consumen muchos carbohidratos de rápida absorción. De forma resumida, según dicho artículo publicado en la web "La Meteo que Viene", la clave estaría en el consumo de fructosa, que generaría resistencia a la insulina, que posteriormente causaría la obesidad al comer muchos carbohidratos. Pero esta argumentación tiene un gran problema: Que hay bastantes países que consumen menos fructosa que Japón pero tienen serios problemas de obesidad.

En el estudio "High fructose corn syrup and diabetes prevalence: a global perspective" (2013) podemos ver las estadísticas del consumo de jarabe de fructosa (HFCS), que es una de las principales fuentes alimentarias de este tipo de azúcar:



Como pueden observar, es sencillo identificar unos cuantos países con bastante menor consumo de HCFS que Japón pero con mayores problemas de obesidad y sobrepeso, como por ejemplo España.

Viendo estadísticas globales como estas de la OCDE, sí se aprecia que Japón es un país en el que el consumo de azúcar, en general, es muy inferior al de la mayoría de países. Lo cual confirmaría que el exceso de azúcar (incluida la fructosa) es un problema de salud y uno de los motores del sobrepeso, como se ha ratificado en  numerosas ocasiones, incluida la OMS. Pero una cosa es que éste sea uno de los factores detrás de la obesidad y otra que la fructosa sea "EL FACTOR" fundamental. Sobre eso actualmente no hay evidencias claras.

Actualización 2:

Posteriormente se han publicado una serie de artículos sobre el modelo insulina-obesidad muy recomendables y que completan aún más el debate:

29 comentarios:

  1. Excelente post, como siempre. Quería comentar una duda. Las poblaciones en las que se asocia una alto consumo de hidratos de carbono con elevados índices en salud parece que consumen muy poca cantidad de hidratos de carbono simples o refinados. Sobre la población de Kitawa, en nueva Guinea, se comenta: "Tubers, fruit, fish, and coconut are dietary staples whereas dairy products, refined fat and sugar, cereals, and alcohol are absent and salt intake is low". Y la dieta de los Tsimanos en Bolivia parece que igualmente. Está claro que no hay relación entre sobrepeso y cantidad total de hidratos de carbono en la dieta, pero parece que de la observación de estas poblaciones se deduce que el consumo de fibra e hidratos de carbono complejos previene del sobrepeso. Comentas que el arroz y el trigo que comen los japonenes tienen alto índice glucémico. No sabemos qué proporción de esos cereales es integral pero en principio, aún no siendo integrales, arroz y trigo no se consideran azúcares simples. ¿Debemos incidir simplemente en el índice glucémico o más bien en si es o no azúcar refinado lo que se consume?
    Muchas gracias.
    Juan

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    1. Independientemente de cómo se considere, el arroz blanco suele tener elevado IG, aunque depende de más factores, como el tipo, el cocinado, el acompañamiento... El que se considere simple o no no es buena referencia, el pan blanco tampoco lo es y es de los alimentos con mayor IG.
      En este artículo tienes información interesante sobre el arroz y su IG:
      http://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/10408398.2012.717976
      No tengo respuesta a tu pregunta final, quizás sea importante una sola cosa o tal vez ambas.

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    2. Y, ¿qué opinas de la hipótesis sobre carbohidratos celulares/acelulares?, más allá de si son de alto IG o simples.
      Se considera la matriz alimentaria y la disponibilidad con respecto la exposición evolutiva de estos.

      https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3402009/

      - Matías H.

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    3. Que yo sepa no hay ni un ensayo sobre el tema, así que más verde no puede estar.

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    4. He leído que los tsimanos, entre otros carbohidratos, consumen arroz y maíz

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  2. Hola Centinel

    La hipotesis de que mayor calorias y grasas es causa de la obesidad, ya no vale? auqnue aun no sabemos cual es la causa de la obesidad

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    1. De todo eso hablo en mis libros, ¿no has leído ninguno?

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  3. Muy buen artículo, como siempre y desde un punto de vista muy objetivo. Es de agradecer.
    Sobre el tema de los Tsimanos y los Kitawa, nada que añadir a lo que se dice en el primer comentario. Y sobre los japoneses, me planteo como hipótesis (no probada, por supuesto) que el almidón resistente tenga algo que ver, ya que parte del arroz que consumen puede ser enfriado, si forma parte de sushi, por ejemplo. ¿Ves plausibilidad?

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    1. Gracias por tus amables comentarios. Entre otras variables, el enfriamiento también podría ayudar a reducir el IG, sí.

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  4. Pensamos, casi inconcientemente, que los humanos somos similares. Sin embargo puede haber diferencias geneticas poblacionales y tambien diferentes microbiotas y eso contribuir a explicar (o a inexplicar aun mas) la prevalencia de obesidad y demas variables.

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  5. Es difícil, y poco habitual, poner a prueba y contrastar las propias convicciones. Ello da credibilidad a tu trabajo, Luis, y nos ofrece garantías para continuar leyéndote. En medicina (como en tantos otros ámbitos) pocas cosas se pueden afirmar con rotundidad y siempre hay que esperar que nuevas evidencias aporten más luz a las cuestiones. En todo caso hay que guiarse por el principio de la relación riesgo/beneficio. De momento las dietas bajas en hidratos (o concretamente en hidratos refinados) no parecen presentar los riesgos que se les vaticinaban y hay bastantes indicios de que producen beneficios. Encuentro un error grave en las conclusiones del trabajo de Kevin Hall (aparte de los problemas metodológicos que señala Ludwig, difíciles de analizar por no expertos), y es que diga que su trabajo ha falsado la hipótesis carbohidratos-insulina. En ningún caso puede afirmarlo, como mucho puede decir que sus resultados no la corroboran, y eso es muy diferente. No tiene el mismo peso los resultados positivos que corroboran una hipótesis, que los neutros que no lo hacen. Hay razones estadísticas que pueden explicar la falta de significación de unos resultados. Por ejemplo solo con aumentar la muestra (que en el trabajo de Hall es pequeña) unos mismos resultados se pueden hacer significativos. Algunas veces veo que se hace una especie de balance entre el número de trabajos que obtienen resultados positivos y los que no los encuentran, sin embargo en mi opinión tienen más peso (siempre que estén bien diseñados y minimicen el sesgo) los primeros.

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  7. Centinel

    Me gusto tu recopilación. La verdad que lograr entender OBESIDAD, es muy difícil, creo que nos faltan elementos al rompecabezas
    Los que vemos pacientes, tenemos una visión distinta, a los experimentos de guarda de Hall.

    -Vemos diabéticos tipo 1 muy delgados, que comienzan a engordar al recibir insulina.
    -Vemos pacientes con insulinomas obesos, que al ser tratados, comienzan a adelgazar
    -Vemos diabéticos tipo 2 obesos en una gran mayoria
    -Vemos como los diabéticos tipo 2 engordan con medicación hipoglucemiante que aumenta insulina
    -Vemos como los diabéticos tipo 2 aumentan de peso con insulina y no mejoran eventos cardiovasculares, aunque mejore su glucemia
    -Vemos como las nuevas drogas hipoglucemiantes (Gliflozinas) mejoran eventos, disminuyen insulinemia y mejoran peso
    -Vemos que todo lo anterior en algunos casos puntuales no se cumple
    -Vemos como muchas veces la teoria de la insulina/carbohidratos no nos explica muchas situaciones
    -Vemos que haciendo DIETAS, no logramos objetivos duraderos
    -Vemos que enfermedades que eran poco prevalentes (Obesidad-sme metabolico-diabetes), se transformaron en epidemia, ante nuestros ojos, sin poder solucionarlo con nuestros conceptos actuales (obesidad como disbalance energetico).
    -Vemos que muchos pacientes logran resultados obviando las guias actuales y usando aproximaciones basadas en cambios en estilo de vida, (no solo dieta)
    -Veo, que nuestros pacientes con el abordaje de Calorías entrantes, calorías salientes, no solo no mejoran, sino que empeoran
    -Veo que muchos de los estudios en nutrición, están totalmente sesgados e intentan vendernos productos, mas que llegar a una explicación.
    -Veo un camino difícil, con muchas variables, un tibio intento de explicar algo con la teoría insulina, que me aporto resultados muy buenos, que en 25 años de médico, JAMAS había logrado antes.
    -Veo usando medidores continuo de glucemia, que el IG aporta poco, y cada paciente tiene una respuesta individual muy distinta
    -Veo que estamos ante un problema real, y las soluciones actuales, benefician mas a algunas empresas que a los pacientes.

    La teoría Insulina carbohidratos, no explica todo, pero es un muy buen escalón inicial, para todo lo que vendrá y entender que somos mas que un desequilibrio entre calorías que ingresan y calorías que salen.

    Abrazo

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    1. Una buena conclusión, Esteban (sobre los intereses de las farmacéuticas y demás; a lo que sumaría los intereses de los médicos). Me intereso por los carbohidratos porque a estas alturas (junio de 2021) el libro ("El milagro del metabolismo" en el que el médico colombiano especializado en Harvard (Medicina funcional, que va al origen de las enfermedades) se centra en la insulina como el causante de los mayores desastres (diabetes, obesidad, eventos cardiovasculares y otros). Eso creo que ya fue asumido por la FDA que se centró muchos años (presionada por la industria alimenticia)en la grasas como causantes de estos últimos. Me parece que volver (hoy) a los carbohidratos (y otros ingredientes) es esencial. Habrá que complementarlo (como dice Jaramillo -puedes buscar sus videos en YouTube) con otras decisiones (otros alimentos y ejercicio) pero, si ha dado en el blanco y es lo que asumo, vamos por un camino largamente esperado y que puede ser que vaya de fondo a estos asuntos serios de salud.

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  8. Buenas Centinel. Muy buen artículo, como siempre. Quizá haya que meter como factor la frecuencia de las comidas de estos países. Un artículo de hace unas semanas hablaba sobre esto precisamente: http://lameteoqueviene.blogspot.com.es/2017/03/si-los-carbohidratos-engordan-por-que.html ¿Qué te parece? Un saludo.

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    1. Hola Salva. Pues creo que estamos en lo mismo, hipótesis, pero poco más. ¿Dónde están los estudios que muestran que comer con más frecuencia crea resistencia a la insulina? Los pocos y limitados estudios que hay no muestran eso. Ejemplo:
      https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/15220950

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    2. Aquí tienes más estudios, creo que ninguno llega a esa conclusión claramente:
      https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/8438781
      https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/7980716
      https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/15220950
      https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/15640455
      Son pequeños y de corto plazo, y hablan sobre todo de la regularidad más que la frecuencia, pero es lo que hay. Pruebas, pocas.

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    3. Los miro! Muchas gracias :-)

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  9. Hola Centinel. Un artículo muy interesante. He empezado a seguirte a raíz de tu libro (Lo que dice la ciencia...) y estoy teniendo muy buenos resultados, la verdad. Sobre este tema quería preguntarte o saber si se considera el cocinado de los alimentos. Sale el tema de Japón como paradigma. En alguna ocasión he preparado sushi en casa y el arroz no solo se cuece, se lava muchas veces y con cierta intensidad para alcanzar la textura deseada. El objetivo dice la receta es "quitarle el almidón". ¿Podría influir esto en un menor IG? De algún modo podría justificar alto consumo con menor impacto a nivel de insulina. Gracias y saludos!

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    1. No conozco cómo se prepara el sushi, pero podría ser. O tal vez tenga que ver con otros procesos de transformación y preparación del mismo, como los comentados en este post:
      http://loquedicelacienciaparadelgazar.blogspot.com/2016/10/se-puede-reducir-el-indice-glucemico-de.html

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  10. http://www.investigacionyciencia.es/revistas/investigacion-y-ciencia/numero/487/la-paradoja-del-ejercicio-fsico-15119

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  11. En relación a este gran artículo aporto este enlace.
    http://lameteoqueviene.blogspot.com.es/2016/10/para-adelgazar-que-es-mejor-dieta-o.html?m=1
    Espero que les resulte interesante.

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    1. En general me resulta desesperanzador ver la falta de espíritu crítico que tenemos los seres humanos, cómo nos sumamos a los movimientos sociales (léase modas) en vez invertir el esfuerzo necesario en intentar buscar la respuesta más racional posible, y peor aún, como una vez elegido bando intentamos "convertir" a los demás a nuestra creencia.

      Cuando es un médico, una persona a la que se le supone una formación y cierto nivel de espíritu crítico, y encima en un tema de salud, ya me resulta doloroso.

      Todos tenemos nuestra hipótesis favorita en este tema, y la relación insulina-obesidad no es, de momento, ni más ni menos que eso, otra hipótesis.

      El Dr. García-Dihinx haría mejor en imitar un poco más a Centinel y mantener la mente abierta, en vez de respaldar con todo su peso su hipótesis favorita, presentándola como si de una verdad revelada se tratase.

      Por Dios, cómo me gustaría ver una asignatura de pensamiento crítico en las escuelas.

      CarlosM.

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  12. Esto parece interesante: http://www.nature.com/nchembio/journal/vaop/ncurrent/full/nchembio.2344.html
    ¿Qué te parece, Centinel? No creo que sea el grial, pero seguro que es interesante.

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  13. Quería hacer un comentario sobre el HCFS. Su composición es alrededor del 50% fructosa y el otro 50% glucosa, igual que la sacarosa, que es el azúcar más utilizado para endulzar por ejemplo en Europa. Los datos de consumo de HCFS por tanto creo que no son válidos para comparar consumos de fructosa. Habría que comparar consumo de azúcar añadido en general, tanto en forma de sacarosa como en forma de HCFS. Los países que consumen poco HCFS pueden consumir la misma cantidad o parecida de fructosa, pero en forma de sacarosa.

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    1. Buena puntualización, pero yo me inclino más por pensar que influye más el total de azúcares añadidos, cuando es excesivo, más que solo fructosa. Eso de decir que "es tóxica" me parece una exageración. Y toda la teoría relacionada con que la fructosa es la responsable principal de la resistencia a la insulina está todavía por demostrar.

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    2. El problema con el Jarabe de Maiz, es su precio, fue muy tentador para la industria en la epoca que el azucar aumento 5 veces su precio, trajo una "revolucion" industrial, agregaba sabor, palatibilidad a muy bajo precio, agregando a TODO JMAF...Lo "TOXICO" depende de la dosis.

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