Aunque ya he defendido en varias ocasiones a los frutos secos ante acusaciones como la de aportar demasiadas calorías y contribuir a la obesidad, tenía pendiente profundizar un poco en sus otras virtudes relacionadas con la salud.
Por ejemplo, en lo que respecta su relación con la prevención de enfermedades cardiovasculares, la evidencia científica suele centrarse en estudios observacionales, en los que suelen salir también muy bien parados. Sin embargo, los estudios de intervención sobre este tema, mucho más fiables para deducir causa-efecto, son menos numerosos, especialmente utilizando indicadores de cierta fiabilidad y que vayan más allá de la típica medición del colesterol o los triglicéridos.
Uno de estos indicadores todavía no muy conocido fuera del ámbito de la medicina es la función endotelial, que aporta información sobre el "funcionamiento" del endotelio, un tejido que recubre la zona interna de todos los vasos
sanguíneos (arterias incluidas). Esta capa de células es especialmente relevante porque
responde a diversas señales del entorno y desarrolla
funciones de gran importancia para la salud (todavía en plena investigación): vasodilatación y vasoconstricción, efecto-barrera, creación de
nuevos capilares, reparación de órganos, etc. Durante los
últimos años la función endotelial ha ganado protagonismo y ya puede medirse de forma no invasiva con relativa sencillez mediante la observación
de la dilatación resultante de una arteria (por ultrasonidos)
tras la provocación de un aumento del flujo sanguineo (un método llamado Flow Mediated Dilatation o FMD).
A grandes rasgos podría decirse que si la dilatación se reduce, se
considera que la arteria está más rígida y, por lo tanto, la función
endotelial sería peor o se estaría dificultando por alguna razón.
Pues bien, volviendo a los frutos secos y en concreto a las nueces, parece que son unas buenas aliadas para mejorar nuestra función endotelial. Así lo confirma el estudio publicado hace aproximadamente un año "Effects of Walnuts on Endothelial Function in Overweight Adults with Visceral Obesity: A Randomized, Controlled, Crossover Trial" (2012), en el que se analizó durante cerca de dos meses su variación entre 46 personas obesas y con grasa abdominal, entre las que este indicador mejoró tras añadir a su dieta habitual una buena cantidad de este fruto seco. Otro estudio realizado dos años antes, "Effects of Walnut Consumption on Endothelial Function in Type 2 Diabetic Subjects" (2010) llegó a la misma conclusión, en este caso entre personas que padecían diabetes tipo 2. Comer nueces de nuevo dio como resultado una reducción de la rigidez de las arterias.
Y no son los únicos, porque unos años antes, en 2006, en el estudio realizado por investigadores catalanes "Acute effects of high-fat meals enriched with walnuts or olive oil on postprandial endothelial function", los 12 pacientes hipercolesterolémicos analizados presentaron también una mejora en este indicador tras comer nueces, superando los valores obtenidos tras tomar aceite de oliva y venciendo a este líquido dorado en una pugna-comparación amistosa. Un poco antes, en 2004, el mismo equipo había publicado un trabajo similar sobre otro pequeño grupo de 21 personas hipercolesterolémicas, "A Walnut Diet Improves Endothelial Function in Hypercholesterolemic Subjects". De nuevo comprobaron que sustituyendo en la dieta habitual cierta cantidad de las grasas monoinsaturadas por nueces, se mejoraba la función endotelial.
Estudios más modernos han intentado profundizar en los detalles de este efecto beneficioso. Con objeto de conocer mejor su origen, la investigación "Acute consumption of walnuts and walnut components differentially affect postprandial lipemia, endothelial function, oxidative stress, and cholesterol efflux in humans with mild hypercholesterolemia" (2013), analizó la influencia de diferentes componentes de las nueces en diversos indicadores relacionados con la salud cardiovascular. Para ello a 15 personas obesas y con el colesterol elevado se les hizo pasar por cuatro fases, en las que se fue alternando en su dieta diaria lo siguiente: Nueces enteras (85 gr), piel de nueces (5,6 gr), carne desgrasada de nuez (34 gr) y aceite de nueces (51 gr):
Como puede observarse en la siguiente tabla de resultados, la ingesta de aceite de nuez fue el factor que mejores resultados consiguió en la función endotelial, medida en este caso con otros indicadores, RHI (Reactive Hiperemic Index), fRHI (Framingham Reactive Hiperemic Index), AI (Augmentation Index) y AI_75 (Augmentation Index at 75 bpm):
Por cierto, en alguno de estos trabajos se vuelve a confirmar lo ya comentado en otros artículos del blog, que la ingesta de cantidades importantes de nueces no se asocia a un mayor sobrepeso. En los dos primeros estudios, en los que se recogió información al respecto, a pesar de que se suministraban casi 60 gramos diarios de nueces (lo que equivale a unas 400 calorías, una cantidad signicativa) y el resto de la dieta era "ad libitum" (es decir, no existía ningún tipo de restricción), no se apreció que las personas engordaran.
Pues ya ve, cuanto más se investiga, más beneficios se encuentran. ¿Todavía no ha incluido los frutos secos en su dieta? ¿Y a qué espera?
Aunque las nueces queden excluídas, este artículo me temo que no será de tu gusto:
ResponderEliminarhttp://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/01/08/actualidad/1389182980_795606.html
Curioso, un estudio observacional con poco más de 200 personas acapara toda esa atención, en el que de nuevo los investigadores igualan correlación a causalidad, demonizando las grasas. Y pagado con el bolsillo de todos.
Eliminarhttp://www.elmundo.es/cronica/2014/01/12/52d139ee22601d210e8b4577.html
ResponderEliminarHola Centinel. Perdona que me salga del tema, ¿Has publicado algo sobre la dieta Seignalet? sobre todo en lo referido a su posición sobre los cereales. He buscado en tu blog y no encuentro nada.
ResponderEliminarSaludos
Hola, Antonio. No, no he escrito nada, por lo poco que he leído de ella me parece que hace muchas recomendaciones sin demasiado respaldo científico.
EliminarEs que en ella se habla de la mutación de la mayor parte de los cereales actuales, entre ellos el trigo, lo que hace, segun él, que no sean del todo digeribles y causen enfermedades por proteina defectuosa y putrefacción intestinal dañando también a la flora intestinal. Recomienda prescindir de casi todos los cereales excepto creo del alforfón, la quinoa, aunque no sean cereales, los incluye en la lista, y una variedad de espelta, ahora mismo no puede decirte cual.
ResponderEliminarSu propuesta la verdad es que me deja muy confundido pues prescindir de los cereales, integrales o no, me parece que hace que una dieta se altere mucho, es un cambio completo.
Podrías cuando pudieses hacer algún comentario al respecto.
Un libro suyo muy conocido es "La alimentación, la tercera medicina. Autor: Jean Seignalet".
Gracias por la atención y un saludo
Buf, eso de enfermedades por proteína defectuosa y putrefacción intestinal suena muy mal... tomo nota, Antonio, cuando tenga un rato le echaré un vistazo, gracias por la sugerencia.
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