En todo este tema hay una cuestión que sería clave y que genera bastante controversia: Si seguir una dieta baja en carbohidratos provoca un mayor gasto energético respecto a una dieta alta en carbohidratos, lo cual favorecería la pérdida de peso. En ese sentido ha habido ensayos con resultados bastante diversos, así que es buena noticia que se haya publicado un nuevo metanálisis sobre el tema. El trabajo se titula "Do Lower-Carbohydrate Diets Increase Total Energy Expenditure? An Updated and Reanalyzed Meta-Analysis of 29 Controlled-Feeding Studies" (2021) e incluye el análisis de los resultados de 29 ensayos de intervención sobre este tema.
Su valor añadido respecto a otras investigaciones es que en este caso el análisis se ha segmentado respecto a la duración de los ensayos, dividiéndolos en dos grupos, en función de si la intervención ha durado menos o más de 2,5 semanas (17 días).
En la imagen que incorpora el trabajo se pueden apreciar con claridad los resultados:
Como se puede observar, en la mayor parte de los estudios de menos de 2,5 semanas - los de la parte superior - el gasto energético fue mayor en las dietas altas en carbohidratos, lo cual en principio no es positivo para perder peso. Aproximadamente 50 kcal diarias por encima de las bajas en carbohidratos.
Sin embargo, en los seis ensayos de abajo, en los que la duración de la intervención era mayor de 17 días, la situación se invirtió y las dietas bajas en carbohidratos presentaron un mayor gasto energético, unas 135 kcal diarias más.
Así lo cuentas los autores:
"En los ensayos de menos de 2,5 semanas, las dietas bajas en carbohidratos redujeron ligeramente el gasto energético (...). Por el contrario, en los ensayos de más de 2,5 semanas, la dieta baja en carbohidratos aumentó sustancialmente el gasto energético (en aproximadamente 50 kcal / día por cada 10% de disminución de la ingesta de energía a partir de carbohidratos) con una heterogeneidad residual mínima. Estos resultados sugieren que los estudios más cortos versus los más largos han examinado diferentes estados fisiológicos. Los primeros consisten en ensayos en los que los participantes experimentaron diversos grados de adaptación metabólica a la reducción de carbohidratos; los últimos consisten en ensayos de duración suficiente para permitir una adaptación adecuada y dar lugar a un resultado consistente.
Este resultado apoya el modelo carbohidratos-insulina y sugiere la existencia de un mecanismo por el cual la reducción de carbohidratos en la dieta podría ayudar en la prevención y el tratamiento de la obesidad. Según este modelo, la alta proporción de insulina/glucagón de una dieta de elevada carga glucémica (...) cambia la utilización de combustibles metabólicos de la oxidación en el tejido magro al almacenamiento en el tejido adiposo.
Si los efectos observados persisten a largo plazo, la reducción de la ingesta de carbohidratos en la dieta a la mitad del 60% de la ingesta energética (un nivel típico para las dietas bajas en grasas) aumentaría el gasto energético en ~ 150 kcal diarias, lo que contrarrestaría (si no se compensa por otros factores) gran parte del aumento de la ingesta de energía que algunos piensan que es la base de la epidemia de obesidad."
Unos resultados bastante interesantes, aunque personalmente creo que hace falta más investigación respecto a si realmente existen cambios metabólicos tras esas dos o tres semanas, el plazo que los defensores de este tipo de dietas dicen que es necesario para conseguir que el cuerpo "se adapte". Lo cierto es que no existe una definición objetiva y rigurosa que defina dicha "adaptación", en base a algún tipo de indicador o medida, o de las condiciones metabólicas y fisiológicas que en ese momento se producen.
De cualquier forma, esta revisión supone un nuevo "empujón" para las dietas bajas en carbohidratos, que parece que poco a poco se van consolidando como una opción interesante para algunas circunstancias y personas.
Actualización:
Unos meses después de este metanálisis se publicó el artículo "Overestimated Impact of Lower-Carbohydrate Diets on Total Energy Expenditure" (2021), en el que los autores recalcularon los resultados, considerando los ensayos que, según ellos, eran más fiables midiendo el gasto energético. Y confirmaron la existencia del aumento del gasto energético, pero con cifras más modestas: sobre 70 kcal diarias.
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