Resulta emocionante la gran cantidad de novedades dietéticas que la ciencia nos está aportando durante los últimos años, sobre todo desmontando algunos de los dogmas y mitos que han prevalecido durante mucho tiempo.
Una de las nuevas perspectivas que "pega con más fuerza" es la asociada al sodio (o sal comun), su relación con la presión arterial y las enfermedades cadiovasculares. Aunque la reducción drástica del consumo de sal entre personas con riesgo cardiovascular sigue practicándose con bastante asiduidad, como ya he escrito en posts anteriores, (por ejemplo en este, este, este otro o este), los estudios más recientes parecen indicar que esta relación es mucho menos clara de lo que se pensaba. Y que dicha reducción drástica hasta podría ser más dañina que beneficiosa.
Pues bien, se acaba de publicar otro gran estudio epidemiológico que aporta más pruebas en este sentido. Ha sido en la revista de los dietistas norteamericanos, Journal of the Academy of Nutrition and Dietetics, con el título "Association between High Blood Pressure and Intakes of Sodium and Potassium among Korean Adults: Korean National Health and Nutrition Examination Survey, 2007-2012". Se trata de una investigación que ha analizado la relación entre tres factores, la presión arterial, la ingesta de sodio (tradicionalmente asociado a mayor riesgo de hipertensión) y la de potasio (tradicionalmente asociado a menor riesgo de hipertensión), utilizando los datos de más de 20.000 personas en Corea durante cinco años.
Lo que dice la ciencia para adelgazar de forma fácil y saludable
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17 jun 2015
El verdadero titular del estudio ANIBES: El pan es el alimento que más calorías aporta
Hace unos meses publiqué un post bastante crítico con unos cuantos titulares sobre los resultados de un estudio (llamado ANIBES) de los hábitos alimentarios de los españoles. En aquel momento todavía no se había publicado, pero no era necesario leerlo para saber que las conclusiones de todos aquellos titulares, que "el principal culpable del sobrepeso era la falta de ejercicio" (y que supuestamente se habían deducido de la investigación), estaban totalmente sesgadas. Como comenté en aquel post, mi impresión era que lo único que se pretendía era desviar la atención y la responsabilidad de algunos alimentos poco saludables. Disfrazar el marketing alimentario para que parezca ciencia es una practica habitual entre las empresas del sector y en este caso el hecho de que Coca Cola hubiera financiado la investigación (y probablemente redactado la nota de prensa original) dejaba las cosas bastante diáfanas.
Pues bien, una vez más el tiempo ha puesto las cosas en su sitio.
El estudio finalmente se ha publicado en la revista Nutrients, con los artículos "Energy Intake, Profile, and Dietary Sources in the Spanish Population: Findings of the ANIBES Study" (2015) y "Macronutrient Distribution and Dietary Sources in the Spanish Population: Findings from the ANIBES Study" (2016). Y su lectura completa nos permite comprobar cómo las noticias son una cosa y los estudios otra. A pesar de ser una investigación de dimensión muy limitada y con un alcance modesto, con la que hay que ser prudente por ser de naturaleza observacional, lo cierto es que es un trabajo digno, que aporta alguna innovación (recogida de datos dietéticos mediante tablets y fotografías) y cierta información interesante. Que incluye comentarios de los autores bastante rebatibles, pero que en ningún momento ni se arriman a la interpretación de aquellos bochornosos titulares.
Pues bien, una vez más el tiempo ha puesto las cosas en su sitio.
El estudio finalmente se ha publicado en la revista Nutrients, con los artículos "Energy Intake, Profile, and Dietary Sources in the Spanish Population: Findings of the ANIBES Study" (2015) y "Macronutrient Distribution and Dietary Sources in the Spanish Population: Findings from the ANIBES Study" (2016). Y su lectura completa nos permite comprobar cómo las noticias son una cosa y los estudios otra. A pesar de ser una investigación de dimensión muy limitada y con un alcance modesto, con la que hay que ser prudente por ser de naturaleza observacional, lo cierto es que es un trabajo digno, que aporta alguna innovación (recogida de datos dietéticos mediante tablets y fotografías) y cierta información interesante. Que incluye comentarios de los autores bastante rebatibles, pero que en ningún momento ni se arriman a la interpretación de aquellos bochornosos titulares.
15 jun 2015
Grasas saturadas y enfermedad cardiovascular: Nueva revisión de Cochrane
Seguir de cerca lo que publica la iniciativa Cochrane, la más importante del mundo a la hora de hacer revisiones sistemáticas de estudios científicos relacionados con la salud, siempre es fructífero para cualquier interesado por las recomendaciones basadas en la evidencia. Además, de vez en cuando también publican trabajos relacionados con la alimentación, con lo que el atractivo para un servidor es doble.
Hace tan solo unos días hemos podido disfrutar de uno de esos regalos de Cochrane. Me refiero a la última revisión sistemática de ensayos de intervención sobre la reducción de grasas saturadas y la enfermedad cardiovascular, "Reduction in saturated fat intake for cardiovascular disease". Cabe destacar que este trabajo ha sido liderado por Lee Hooper, la misma experta que encabezó en 2012 otra revisión Cochrane similar, en este caso sobre la reducción de las grasas en general y la enfermedad cardiovascular, "Reduced or modified dietary fat for preventing cardiovascular disease". Como conté en este post anterior, en aquel trabajo ya se analizó de forma específica la reducción de las grasas saturadas, así que en esta investigación se ha querido hacer una actualización y refuerzo de la evidencia científica existente sobre el tema, con un análisis específico de la reducción de este tipo de grasas, incluyendo todos los ensayos de intervención de larga duración identificados (al menos dos años).
Pues bien, esta es la traducción de los resultados principales redactados por los autores:
2 jun 2015
Beneficios del HIIT en pacientes con enfermedad coronaria
Cada día está más de moda el llamado Entrenamiento por Intervalos de Alta Intesidad (High Intensity Interval Training-HIIT en inglés), una modalidad de entrenamiento que destaca por hacer la práctica del ejercicio lo más corta posible y sin pérdida de eficacia. Sin embargo, este tipo de planteamientos algo "agresivos" siempre generan ciertas dudas y temores sobre su idoneidad en personas con ciertas patologías. Especialmente las que tienen origen cardiometabólico, ya que suelen considerarse situaciones bastante delicadas y en las que la seguridad es un factor relevante.
Lo cierto es que ya se abordaron estudios sobre el tema hace varias décadas. Uno de los primeros se publicó en 1981, "Effects of 12 months of intense exercise training on ischemic ST-segment depression in patients with coronary artery disease", centrado en utilizar entrenamientos intensos en personas con enfermedad coronaria. Los autores encontraron que tras un programa de 12 meses el electrocardiograma mostró mejoras en el perfil de riesgo. Sin embargo, algunos de los estudios realizados con posterioridad obtuvieron resultados menos favorables y bastante heterogéneos, por lo que el enfoque del uso del ejercicio intenso como terapia entre este tipo de pacientes perdió interés durante unos años.
La popularización del HIIT ha vuelto a despertar la curiosidad de expertos y científicos, así que últimamente las investigaciones han vuelto a aparecer en las revistas científicas especializadas. No son demasiadas, pero si una cantidad significativa que empieza a ser digna de consideración. Y con objeto de unificar y resumir los estudios más relevantes y sus resultados, hace unos meses se publicó el metataanálisis "High-intensity interval training in patients with lifestyle-induced cardiometabolic disease- a systematic review and meta-analysis" (2014). Esta revisión aglutinó los últimos 10 estudios sobre el HIIT realizados con pacientes que habían sufrido enfermedad coronaria, infarto, hipertensión, síndrome metabólico u obesidad, todos ellos realizados durante la última década.
Lo cierto es que ya se abordaron estudios sobre el tema hace varias décadas. Uno de los primeros se publicó en 1981, "Effects of 12 months of intense exercise training on ischemic ST-segment depression in patients with coronary artery disease", centrado en utilizar entrenamientos intensos en personas con enfermedad coronaria. Los autores encontraron que tras un programa de 12 meses el electrocardiograma mostró mejoras en el perfil de riesgo. Sin embargo, algunos de los estudios realizados con posterioridad obtuvieron resultados menos favorables y bastante heterogéneos, por lo que el enfoque del uso del ejercicio intenso como terapia entre este tipo de pacientes perdió interés durante unos años.
La popularización del HIIT ha vuelto a despertar la curiosidad de expertos y científicos, así que últimamente las investigaciones han vuelto a aparecer en las revistas científicas especializadas. No son demasiadas, pero si una cantidad significativa que empieza a ser digna de consideración. Y con objeto de unificar y resumir los estudios más relevantes y sus resultados, hace unos meses se publicó el metataanálisis "High-intensity interval training in patients with lifestyle-induced cardiometabolic disease- a systematic review and meta-analysis" (2014). Esta revisión aglutinó los últimos 10 estudios sobre el HIIT realizados con pacientes que habían sufrido enfermedad coronaria, infarto, hipertensión, síndrome metabólico u obesidad, todos ellos realizados durante la última década.