Como ya he comentado en artículos anteriores, una parte de la mala fama de la carne roja no tiene demasiado soporte científico, pero hay un tipo de enfermedad con la que se le suele relacionar con más frecuencia y sobre la que se están publicando continuamente investigaciones: El cáncer. Así que he decidido hacer una pequeña serie sobre el tema, recopilando los resultados de estudios (especialmente meta-análisis y revisiones sistemáticas) que hayan profundizado en esta cuestión.
Es importante resaltar que hablaremos en todo momento de estudios observacionales, normalmente de cohorte o de caso-control, que analizan grandes cantidades de personas durante largos periodos de tiempo. Se utilizan de este tipo porque no hay posibilidad de inclinarse por los de intervención, por razones evidentes (no es ético dar a alguien una gran cantidad de alimento durante un tiempo para ver si le provoca una enfermedad). Así que la deducción de la causalidad no es automática e irrebatible, pero los grandes números y las potentes herramientas estadísticas que se utilizan, permiten conseguir resultados bastante sólidos.
Empezaré por lo más candente, por la enfermedad que con más frecuencia se suele relacionar con el consumo elevado de carne roja y que suele ser la razón principal para recomendar moderar su consumo: el cáncer de colon y recto o cáncer colorrectal.
Estos son los ocho meta-análisis que se han realizado desde el año 2000 y que recopilan los estudios que tratan la carne roja de forma aislada, con sus resultados resumidos, empezando por los más recientes y siguiendo un orden cronológico inverso:
"Red and processed meat intake and risk of colorectal adenomas: a systematic review and meta-analysis of epidemiological studies" (2013): En este meta-análisis de 25 estudios prospectivos, se encontró que para un consumo de carne roja de 100 gramos al día existía un aumento del riesgo relativo del 27% de sufrir adenoma colorrectal. El adenoma no es lo mismo que tener cáncer, pero los adenomas se consideran los precursores del cáncer en esta zona.
"Red and processed meat intake and risk of colorectal adenomas: a meta-analysis of observational studies (2013)". Tras revisar 21 estudios, se identificó un 24% más de riesgo de tener adenomas en el grupo que más carne roja ingería comparado con el que menos, y un aumento del 36% por cada 100 gramos diarios de ingesta.
Red and processed meat and colorectal cancer incidence: meta-analysis of prospective studies (2011). 28 estudios incluidos, analizando la carne roja y procesada. Se encontró un aumento del riesgo relativo de cáncer (menor del 20%) por cada 100 gramos diarios en el caso de carne roja, que es estadísticamente significativo en el caso de cáncer de colon pero no en el de recto. Los autores concluyeron que reducir la ingesta de carne podría prevenir estos tipos de cáncer entre los comedores de elevadas cantidades.
Meta-analysis of prospective studies of red meat consumption and colorectal cancer (2011). 34 estudios analizados, centrados en la carne roja. Resultados muy diversos y heterogéneos, la diferencia de riesgo entre los que más carne comen y los que menos son pequeñas, por lo que los autores creyeron que no había evidencias de peso para relacionar ambos factores..
Risk of colorectal cancer in relation to frequency and total amount of red meat consumption. Systematic review and meta-analysis (2010). 22 estudios incluidos analizando la carne roja. Se encontró un aumento del riesgo relativo de un 21% en el caso de colon (por cada 50 gramos ) pero ninguno en el caso de cáncer de recto.
Meat consumption and risk of colorectal cancer: a meta-analysis of prospective studies (2006). Tras analizar 15 estudios, la diferencia de riesgo entre los que más comían comparados con los que menos fue de un 28% mayor, y especialmente para el cáncer de recto.
Meat consumption and colorectal cancer risk: dose-response meta-analysis of epidemiological studies (2002). El aumento del riesgo relativo para el grupo que más carne roja consumió fue del 35% y por cada 120 gramos/día se estimó un aumento del 24%.
Systematic review of the prospective cohort studies on meat consumption and colorectal cancer risk: a meta-analytical approach (2001). Los autores calcularon que por cada 100 gramos/día de carne roja el riesgo de cáncer colorrectal aumentaba entre un 12 y un 17%.
Y este sería el resumen que yo haría de los resultados, con cuatro conclusiones principales:
1. Existe un aumento claro del riesgo relativo: Los estudios epidemiológicos identifican un aumento de riesgo relativo bastante claro entre los que más carne roja comen y los que menos, que oscila entre un 20 y un 30%. Además, por cada 100 gramos diarios de ingesta se suele obtener un aumento del riesgo de aproximadamente el 25-30%.
2. El riesgo absoluto es bastante pequeño: Como expliqué en este artículo anterior, el riesgo relativo y el absoluto son conceptos diferentes y conviene tener en cuenta ambos para conocer y dimensionar el riesgo real existente (si todavía no comprende bien estos dos conceptos, le recomiendo encarecidamente leer dicho artículo). Aunque en los estudios anteriores se dan resultados que comparan los riesgos relativos, en este caso, dado que la incidencia de la enfermedad suele ser relativamente baja (de entre un 5-10% de los participantes), el riesgo absoluto es pequeño. Es decir, en los estudios incluidos en los meta-análisis, sobre el 90-95% de los sujetos que son observados no contrae ningún tipo de cáncer colorrectal, independientemente de la cantidad de carne que consuman. Y desde este punto de vista, la diferencia de riesgo absoluto entre los que más carne roja comen y los que menos suele ser del orden de un 1 o un 2%. Redondeando los números, para que se haga una idea, los que menos carne comen tienen aproximadamente un 5% de riesgo de sufrir este tipo de cáncer y los que más carne comen el 6 o 7 %. Esas son las diferencias reales.
3. La respuesta a la dosis no está clara: En el último estudio sobre adenomas que incluye un análisis de respuesta a la dosis (el primero de la lista superior) muestra que el aumento de riesgo no es lineal y que la mayor parte del mismo se produce con pequeñas cantidades de carne roja, 20-30 gr diarios. Después se llega a una curva que se va suavizando y en la que el aumento de riesgo es progresivo y de pequeña magnitud, como puede verse en este gráfico:
Es decir, que el riesgo entre comer 20-30 gramos diarios es muy parecido y no mucho menor que el comer el doble e incluso el triple de esta cantidad.
Sin embargo, en otro estudio sobre los adenomas (el segundo de la lista superior) los autores afirman que el aumento de riesgo es lineal hasta los 90 gramos por día y, a partir de esa cantidad, el aumento de dicho riesgo se reduce y es más progresivo. También en otros de los meta-análisis más antiguos (como este otro) se observa una relación más lineal entre el cáncer colorrectal y el consumo de carne:
4. La forma de cocinado es muy probable que influya en el aumento del riesgo: Los más recientes y sistemáticos estudios incluidos en los meta-análisis (por ejemplo, este) estudian la influencia de los compuestos cancerígenos que se generan durante el cocinado a alta temperatura de la carne (aminas heterocíclicas) y concluyen que el método de preparación es un factor claramente relacionado con este aumento del riesgo.
Ante estos resultados, ¿qué actitud tomar?
Ya que este es el tipo de cáncer que más se suele asociar a la carne roja, en este caso voy a lanzarme a sugerir diferentes actitudes respecto a su consumo, siendo coherente con los resultados de los estudios:
1. Reducir en gran cantidad o prácticamente eliminar la carne roja de la dieta, ya que según indica el primer gráfico de respuesta a la dosis, se deberían comer menos de 20 gramos diarios para reducir el riesgo relativo de forma significativa. En cuanto se supera esta cantidad, aumenta notablemente.
2. Teniendo en cuenta que el riesgo absoluto es muy pequeño, que la respuesta a la dosis no está clara, que puede existir influencia de variables de confusión, que la forma de preparación puede ser un factor importante y que como la carne roja un alimento complejo sus efectos pueden ser múltiples (sin que haya pruebas claras de aumento de la mortalidad global en cantidades menores a 100 gr/día, como expliqué en este post), se podría decidir consumir en cantidades razonables y que resulten satisfactorias (hasta 2-3 raciones a la semana), pero priorizando la carne blanca y el pescado (que en todos los estudios se asocian a menor riesgo) y siguiendo los siguientes hábitos para minimizar posibles riesgos:
- Seleccionar una forma de cocinarla que reduzca posibles compuestos cancerígenos, como expliqué en este post anterior
- Incorporar vegetales y frutas abundantes a su dieta, ya que está demostrada su capacidad de reducción del riesgo del cáncer colorrectal, como se concluye en este estudio o este otro.
Si además se completa con otros buenos hábitos en la vida como el no fumar, no beber, la práctica de ejercicio, la reducción de estrés, etc., mejor que mejor.
Creo que otras opciones basadas en términos intermedios no tendrían demasiada justificación, a tenor de los resultados que hay hasta la fecha. Aunque si se le ocurren otras opciones, ya sabe que tiene a su disposición los comentarios.
De cualquier forma, todavía es pronto para tomar una decisión, en próximos posts seguiremos analizando la relación entre la carne roja y otros tipos de cáncer. Y son unos cuantos...
Entonces lo más recomendable sería consumir la carne roja una vez por semana?
ResponderEliminarComo suelen decir los políticos en estos casos, me remito a lo escrito en el artículo... ;-)
EliminarMuy interesante.
ResponderEliminarHace unos meses (marzo o abril 2013) en Nature publicaron un artículo que hablaba de que aunque no es la grasa lo que provoca hipercolesterolemia podía hacerlo algún tipo de bacteria que se encontraba en la carne roja. ¿Lo has leído?
No, no sé a lo que refieres. ¿Podrías dar más detalles?
ResponderEliminarMe refiero a este artículo: http://www.nature.com/nm/journal/v19/n5/full/nm.3145.html
EliminarSi no leo mal, hicieron el estudio en humanos y luego hicieron ”crosscheck” con ratones a los que les dieron suplementos de los nutrientes estudiados. Los resultados parecen interesantes, y no sé en nutrición, pero al menos en mi campo lo publicado en Nature suele ser de alto índice de impacto.
Hay un detalle que creo es importante. En los estudios comentados (y, diría, todos o casi todos los que aparecen) siempre van de la mano "red and processed meat" y no es lo mismo ni de lejos comerse un entrecot de calidad que unas salchichas Oscar Mayer o un fuet Casa Tarradellas.
ResponderEliminarQuizá sería bueno empezar a estudiar, en la medida de lo posible, el impacto de la carne roja por un lado y de la carne procesada por otro (en algunos estudios -comentados en este blog, si mal no recuerdo- ya se ha hecho valorando el riesgo cardiovascular, por ejemplo)
Aún así, con unos hábitos de vida "en condiciones" es probable que ese riesgo caiga aún más. Supongo que el "caldo de cultivo" metabólico no será igual si como buey cada día y además fumo, no como fruta y verdura ni hago ejercicio que si como buey cada día pero estoy en forma y me alimento bien, ¿no?
¡Saludos!
Daniel, solo he incluido los meta-análisis que analizan de forma separada la carne roja y la procesada, e incluido los resultados de la roja.
ResponderEliminarEl aumento del riesgo con la carne roja suele reducirse al ajustarse a diferentes variables de confusión, obteniéndose valores inferiores. Ahora, no creo que se haya estudiado si una vida más saludable mitiga este efecto. Eso sí, puestos a elegir, es más importante dejar de fumar y hacer ejercicio que dejar de comer carne roja, los riesgos son bastante mayores.
Absolutamente de acuerdo. Lo decía porque últimamente han aparecido numerosas publicaciones valorando los efectos del consumo habitual de carne procesada y parecen bastante negativos.
Eliminar¡Saludos!
El tema de la carne roja y el cáncer es bastante controvertido, es cierto que parece que puedan existir asociaciones pero creo que con todos los datos en la mano no se puede afirmar nada.
ResponderEliminarEl principal problema es separar lo que es carne roja y lo que es carne procesada, en muchos de los estudios esto no se hace de la misma manera y de hecho en muchos de los que has puesto así lo dicen. El siguiente problema es que muchas veces el efecto está asociado más al patrón dietético que a un alimento en sí. Tampoco se ve que se haya tenido en cuenta la forma de vida de los grandes consumidores de carne roja, que igual es menos saludable que la de los que no la consumen.Vamos, que existen unas cuantas incosistencias. Pese a todo el esfuerzo de la WCRF por sacar algo en claro, no se ha encontrado evidencia suficiente, aunque ellos recomiendan no pasar de los 500 g de carne roja a la semana y limitar la carne procesada.
Si bien, en las sociedades occidentalizadas sería bueno una reducción en el consumo de carne, ya que se dejan de consumir otros alimentos que ayudan a seguir una dieta más variable.
Además, aún no se ha encontrado la relación cámcer-carne roja, ¿qué componente de ésta es la que la puede hacer cancerígena?
Te dejo cuatro artículos que me vinieron muy bien a la hora de tratar este tema en la introducción de mi tesis:
Wyness, L., Weichselbaum, E., O'Connor, A., Williams, E. B., Benelam, B., Riley, H., & Stanner, S. (2011). Red meat in the diet: an update. Nutrition Bulletin, 36(1), 34-77
McAfee, A.J., McSorley, E.M., Cuskelly, G.J., Moss, B.W., Wallace, J.M.W., Bonham, M.P., & Fearon, A.M. (2010). Red meat consumption: An overview of the risks and benefits. Meat science, 84(1), 1-13.
Ferguson, L.R. (2010). Meat and cancer. Meat science, 84(2), 308-313.
Boyle, P., Boffetta, P., & Autier, P. (2008). Diet, nutrition and cancer: public, media and scientific confusion. Annals of Oncology, 19(10), 1665-1667.
Saludos
GDPando, en efecto, la clasificación carne procesada-carne roja a veces es un poco confusa, pero aunque haya que mejorarla, no parece ser algo que invalide los resultados que se obtienen. Si consultas los estudios originales que ncluyen los meta-análisis, verás como todos realizan ajustes por diversas variables y hábitos de vida: Edad, tabaco, obesidad, alcohol, etc. Siempre queda la duda de que falte alguna variable importante, pero eso pasa en todos los estudios epidemiológicos.
ResponderEliminarRespecto a los mecanismos de estos efectos negativos, las teorías principales son dos: Los compuestos cancerígenos que se generan durante su preparado a altas temperaturas y el hierro hemo. En este estudio hay alguna explicación al respecto:
http://archinte.jamanetwork.com/article.aspx?articleid=1134845
Saludos.
Si lo que quería apuntar es que aún no se ha encontrado qué componente es realmente el cancerígeno en la carne o si es un cúmulo de éstos tras su procesado o cocinado. Al no poderse realizar estudios de intervención, de los estudios epidemiológicos no podemos inferir causalidad. Intervienen muchas variables que se intentan controlar pero haciendo un análisis exahustivo de cada estudios siempre queda algo fuera del tintero y más cuando parece ser que la forma de cocinado es importante.
EliminarSobre los mecanismos el que más apoyos parece tener es el de los nitrosocompuestos (NOCs), formados por los nitritos y nitratos añadidos a la carne procesada y curada y que se ven aumentados durante el cocinado y catalizados por el hierro hemo. El problema es que no todos los NOCs se generan de la misma manera y no todos son cancerígenos.
En su día también se habló de aminas heterocíclicas (HACs)formadas en la fritura de la carne, pero la cantidad encontrada como carcinogénica en estudios de animales está muy por encima de la que se puede llegar a consumir con la carne. Además que en este caso sería la carne de pollo frita la que más HACs generaría.
Bajo mi punto de vista sería buena una limitación del consumo de carne roja, pero creo que habría que centrarse más en las carnes procesadas y sobre todo aumentar la investigación sobre los probables compuestos carcinogénicos de la misma.
Me voy al FOSTERs esta noche!! A tu salud!! Gracias por los articulos
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