La recomendación de reducir la grasa total dietética ha sido durante décadas la principal estrategia para prevenir el sobrepeso. Y probablemente lo sigue siendo en la práctica para muchos profesionales sanitarios. La lógica es sobradamente conocida: recortar la ingesta del macronutriente que aporta más del doble de calorías que el resto, 9 vs 4 kilocalorías, que son las que teóricamente podemos obtener de carbohidratos o proteínas. Pero los seguidores habituales de este blog o quienes hayan leído "Lo que dicen al ciencia para adelgazar" conocen mi postura crítica a respecto a esta estrategia, sobre todo por una razón: porque los estudios no prueban su eficacia. Y - aprovecho para recordarlo - porque esta culpabilización de las grasas no es más que una errónea simplificación del problema de la obesidad, convirtiéndolo en una simple cuestión de equilibrio energético.
Si embargo, parece que se insiste en aferrarse con uñas y dientes a estos planteamientos. O al menos así lo veo yo tras leer la última revisión sistemática sobre el tema, "Effects of total fat intake on body weight".
El metaanálisis lo ha realizado Lee Hopper, una experta en este tipo de revisiones, también responsable de la reciente sobre grasas saturadas y enfermedad cardiovascular. Es especialmente relevante porque se ha publicado hace tan solo unos días en el marco de la iniciativa Cochrane, una referencia mundial en este tipo de trabajos.
Veamos directamente y sin más preámbulos las conclusiones de los autores:
"En los ensayos en los que los participantes fueron asignados al azar a un consumo de grasa inferior en comparación con la ingesta habitual o moderada de grasa, pero sin intención de reducir
peso, se encontró para la reducción de la ingesta de grasa un efecto en la grasa corporal consistente, estable, pero pequeño: valores ligeramente inferiores en peso, IMC y circunferencia de la cintura, en comparación con las dietas de control. Una mayor reducción de grasa y menor consumo de grasa de partida se asociaron con mayores reducciones en el peso. Este efecto de reducir la grasa total no se reflejó de forma consistente en estudios de cohortes realizados con niños, jóvenes o adultos que evaluaron la relación entre la ingesta total de grasa y medidas posteriores de la grasa corporal o cambios en la grasa corporal".
Vamos, que lo de reducir la grasa parece tener cierta utilidad para controlar el sobrepeso. Aunque no demasiada, porque los autores matizan lo pequeño de los resultados.
Pero los expertos no se quedan en estas conclusiones y se lanzan a hacer las siguientes recomendaciones para la práctica clínica:
"Se debe tratar de reducir la ingesta total de grasa en las poblaciones donde la ingesta total de grasa aporte el 30% o más de la energía, con el fin de mantener un peso saludable. Para las poblaciones donde la media de ingesta total de grasas aporte por debajo del 30% de la energía, las intervenciones para restringir el aumento en la ingesta total de grasa por encima del 30% de la energía pueden ayudar a evitar la obesidad."
Pues nada, que parecen tenerlo bastante claro. Comer menos grasa ayuda a reducir el sobrepeso. Y ya está.
O no.
Analicemos un poco los resultados para ver hasta qué punto estas afirmaciones tienen sustento.
Podemos empezar con el gráfico que representa los resultados de los estudios incluidos:
Si observan el número final, pueden comprobar qué es lo que ha conseguido la reducción de grasa dietética: una ventaja de 1,5 kilogramos. Una cifra más bien escasa, considerando que los ensayos son de al menos 6 meses de duración y bastantes de ellos incluso de varios años.
Hay que aclarar que no eran ensayos dirigidos a reducir específicamente el peso, sino a "mejorar la salud" (los autores han decidido hacerlo así para intentar minimizar la variable de confusión de restricción de las calorías). Pero, de cualquier forma, 1,5 kilos es poco. Y no es la primera vez que se llega a ese resultado, porque realmente este trabajo podría considerarse una actualización de una revisión que ya hizo Hooper anteriormente, "Effect of reducing total fat intake on body weight: systematic review and meta-analysis of randomised controlled trials and cohort studies" (2012). En aquella ocasión la diferencia identificada incluso fue un poquito mayor, de 1,6 kilos.
¿Merece la pena uno o dos años controlando las grasas para conseguir kilo y medio menos? Usted podría pensar que aunque la cifra es pequeña, quizás a largo plazo sí que merezca la pena, porque 1,5 kilos de menos cada uno o dos años pueden tener su importancia con el paso del tiempo. Podrían ser 10 o 15 kilos en 10 años.
Pero, una vez más, a largo plazo la cosa se complica. Si jugamos un poco con los datos y hacemos algo de cherry picking (con cierto sentido), podemos comprobarlo. La verdad es que 6 meses o un año no suelen considerarse periodos demasiado amplios en este tipo de investigaciones, así que analizando los resultados de los estudios de más duración además podremos sacar conclusiones con una perspectiva de más largo plazo.
Pues bien, hagamos el experimento.
La lista incluye varios estudios de cuatro años o más de intervención, periodos que sí suelen considerarse de "largo plazo". Y si hiciéramos solo con éstos una representación similar a la anterior, nos quedaría de la siguiente forma:
Les amplío los valores con las diferencias, para que puedan verlos mejor:
Como pueden comprobar, en este caso los valores son aún menores que los anteriores y las diferencias entre la dieta reducida en grasas y la de referencia son mínimas. En tres ensayos no llegan a un kilo y en el cuarto (WHEL 2007) el peso final de la dieta baja en grasa es incluso superior al de la dieta de referencia. Considerando que los cuatro estudios tienen una duración de 9 , 4 , 6 y 6 años respectivamente, a mí me parece que menos de un kilo de peso de beneficio es una cifra insignificante. Por no decir ridícula.
Y, viendo estos datos, yo creo que las conclusiones finales de Hooper y sus colegas de considerar el reducir las grasas dietéticas como un mecanismo interesante para prevenir el aumento de peso es, cuando menos, discutible. Supongo que desde Cochrane se anima a hacer este tipo de interpretaciones de los resultados para ayudar a la práctica clínica, pero en este caso habría sido más razonable ser más prudente y no lanzarse a insistir en mantener ese mitológico 30% de energía a partir de las grasas. Sobre todo considerando que las nuevas revisiones de recomendaciones oficiales sobre este tema (por ejemplo la de los países nórdicos o el último consenso FESNAD español sobre grasas) tienden a elevar bastante ese poco justificado listón e insisten en centrarse más en la calidad y menos en la cantidad de este macronutriente.
¿Cuánto más durará esta obsesión anti-grasa?
Enhorabuena por tu blog!
ResponderEliminarLos alimentos Light desde que surgieron han sido un gran negocio. Procesamos el alimento inicial y le quitamos la grasa, al haberte hecho el "favor" de hacerlo Light te lo vendo más caro. Posteriormente esa grasa "robada" me sirve para procesar otro alimento, un queso por ejemplo, y también te lo vendo. Es decir, he duplicado/triplicado el precio inicial del alimento.
Como empresa alimenticia yo defendería a muerte la idea anti-grasa ¿Y cómo empresa farmacéutica?...(perdón, no quería irme del tema :)
¿Cuánto más durará esta obsesión anti-grasa? ¿Cuánto más tiempo será un negocio tan rentable?
Perdón por el off-topic, pero se está armando una buena con el estudio del equipo de Kevin Hall titulado "Caloría por caloría, la restricción de grasa dietética resulta en mayor pérdida de grasa corporal que la restricción de carbohidratos en personas obesas" (Calorie for Calorie, Dietary Fat Restriction Results in More Body Fat Loss than Carbohydrate Restriction in People with Obesity): http://www.cell.com/cell-metabolism/fulltext/S1550-4131(15)00350-2
ResponderEliminarEstá resultando muy polémico, sobre todo en la comunidad paleo. Podría dar para un post interesante.
Lo sé Carlos, estoy siguiendo el toma y daca. Aunque en su momento pensé en publicar algo, creo que no lo voy a hacer por varias razones:
Eliminar1. Estoy de vacaciones y escribir algo decente requiere de bastante tiempo.
2. La relevancia clínica del estudio es limitadísima, muy poco útil en la práctica y la lucha contra la obesidad. Creo que solo es de interés para forofos del metabolismo.
3. Me aburre la improductiva guerra lowcarb vs lowfat
Me lo sigo pensando, pero de momento no lo veo....