Hasta hace poco toda esta información no era demasiado conocida pero, afortunadamente, parece que los periodistas e investigadores se están dando cuenta de que en estos temas hay varios filones por descubrir. Filones bastante gordos. Y poco a poco están empezando a ser destapados.
Por ejemplo, hace tan solo unas semanas el estudio publicado en JAMA "Sugar Industry and Coronary Heart Disease Research; A Historical Analysis of Internal Industry Documents" (2016) explicaba que allá por la década de los 60, cuando empezaban a tomar relevancia las directrices dietéticas, la Sugar Research Foundation financió investigaciones para que se despistara la responsabilidad del azúcar en las enfermedades cardíacas y las miradas se dirigieran hacia las grasas dietéticas. La noticia tuvo gran repercusión en los medios, por lo que pueden leer los detalles en muchos diarios en español: El Confidencial, 20minutos, La Vanguardia, El Diario, El Español.
Y ayer mismo conocimos la publicación de otro estudio relacionado con el mismo tema. Se trata de "Sponsorship of National Health Organizations by Two Major Soda Companies" (2016), un trabajo en el que se pretendía conocer hasta dónde llegan los tentáculos de los dos grandes de la industria norteamericana de bebidas, Coca–Cola y PepsiCo. Sus autores recopilaron y analizaron datos al respecto (del periodo 2011–2015) y concluyeron que 96 entidades de EE.UU. relacionadas con la salud (de las cuales 63 eran públicas) habían recibido financiación de alguna de estas dos empresas.
Lista de entidades financiadas por Coca-Cola y PepsiCo
A los autores les sorprendió especialmente encontrar en esta lista a la American Diabetes Association y la Juvenile Diabetes Research Foundation, dos entidades que apoyan a personas con diabetes, por razones evidentes. Además, también comprobaron que, directamente o mediante grupos de presión asociados, ambas compañías se habían movilizado en 28 ocasiones contra la implantación de legislación que afectaba a sus productos y cuyo objetivo era mejorar salud de los ciudadanos. Y tan solo en una ocasión se habían mostrado favorables, aunque poniendo una gran cantidad de objeciones y obstáculos. No hace falta profundizar demasiado para deducir que todas estas iniciativas podían afectar negativamente a sus ventas.
En sus conclusiones finales, los investigadores no se han andado con medias tintas para describir la situación, como muestran en estos dos extractos del documento:
"Existe una sorprendentemente extendida financiación de organizaciones médicas y de salud pública por parte de las dos empresas de bebidas más grandes del país. Estas empresas presionaron contra la intervención en salud pública en el 97% de los casos, poniendo en duda su sincero compromiso por la mejora de la salud. Mediante la aceptación de la financiación de estas empresas, las entidades relacionadas con la salud están participando de forma inadvertida en sus planes de marketing.
(...)
Se debería rechazar el dinero de estas empresas. A la vanguardia en esta política están la Academy of Nutrition and Dietetics, la American Academy of Pediatrics, la American Academy of Family Physicians, y la American College of Cardiology, que no renovaron nuevos contratos con Coca-Cola al final de 2015. Otras organizaciones deberían considerar el seguir este ejemplo y el de la University of Colorado School of Medicine, que devolvió un patrocinio de 1 millón de dólares en 2015. Además, sería útil llevar a cabo más investigación sobre el patrocinio a nivel local y estatal para desarrollar una perspectiva completa de la situación."
Lo dicho, esperemos que los expertos y periodistas sigan atentos. Y confiemos en que las entidades relacionadas con la salud vayan dándose cuenta del error de aceptar dinero de este tipo de empresas y busquen otros mecanismos de financiación diferentes al "enemigo".
Me van a permitir cerrar el post con una autocita de "La guerra contra el sobrepeso", que creo que todos deberíamos tener en mente a la hora de evaluar el tema de la financiación de estudios científicos:
"Póngase en el lugar de los directivos de Coca-Cola, y responda a la siguiente pregunta: ¿Usted financiaría estudios que tengan elevadas probabilidades de llegar a resultados negativos sobre sus productos y que posteriormente serán publicados en numerosas revistas y medios de comunicación? Y ahora póngase en el lugar de los investigadores generosamente financiados una y otra vez por Coca-Cola, y responda a esta otra: ¿Usted escribiría libremente y publicaría de forma abierta y sin ninguna preocupación resultados negativos sobre los productos fabricados por quien le aporta buena parte de sus ingresos?".
O, aún más sencillo y simple:
¿Usted hablaría mal de los productos de uno de sus principales financiadores?
hay que subir los impuestos como dice la oms a las bebidas azucaradas?
ResponderEliminarNo sería mejor concienciar a la población y dar más formación en el ámbito de la nutrición? Al final, la alimentación es un proceso voluntario, y en el caso de muchas personas, nunca serán grandes consumidores de bebidas azucaradas por el riesgo que tiene para su salud. Si todo el mundo hiciese esto, no habría sobrepeso ni obesidad. Vayamos a la raíz del problema, que es la falta de crítica nutritiva a la hora de escoger los alimentos. Somos los propios responsables de nuestra salud y no podemos atribuir a empresas nuestros propios daños. Si uno se alimenta bien no tendrá problemas de sobrepeso ni obesidad.
ResponderEliminarNo estoy de acuerdo. No podemos quedarnos parados sin hacer nada y limitarnos a echar la culpa, pero con formación solo no conseguiremos demasiado. Hay experiencias similares con el tabaco y el alcohol, solo con educación no es suficiente. Para muchos más datos y detalles, recomiendo leer "La guerra contra el sobrepeso":
Eliminarhttp://loquedicelacienciaparadelgazar.blogspot.com/2016/06/nuevo-libro-la-guerra-contra-el.html
Creo que hablás desde tu posición privilegiada típicamente occidental. No siempre la alimentación es un proceso voluntario, ya que en los países subdesarrollados no todos pueden darse el lujo de elegir qué comer, si es que se puede comer. Acá en Latinoamérica la mayoría de la gente está forzada a comer productos económicos, la mayoría dr estos productos accesibles son procesados, poco nutritivos.
EliminarTambién decís "Vayamos a la raíz del problema, que es la falta de crítica nutritiva a la hora de escoger los alimentos"; de nuevo, das por sentado que todo el mundo tiene el privilegio que ostentas de poder educarse sobre alimentación y elegir los hábitos alimenticios en consecuencia de una adquirida conciencia crítica. Los pobres de estas tierras no se paran a leer papers científicos antes de comprar un pack de hamburguesas en oferta o de tomarse una coca cola.
Ahí es donde debe intervenir el Estado con investigación propia, no financiada por el enemigo, para alertar a su población y limitarle a dichas empresas la proliferación desmedida. Otra utopía, seguramente, ya que los Estados de estas latitudes no tienen la capacidad de financiar a la ciencia ni la intención de frenar a los gigantes de la (des) nutrición.
No sé tampoco yo cuál es la raíz del problema, ni la solución. Pero por favor, no creas que tu respuesta simplista tiene aplicación universal. Mirá un poco más al margen también, que estás muy enfocado en el centro.
Saludos.