Antes de nada conviene aclarar un par de cuestiones. La primera es que, como se menciona en el título, este trabajo no es "original", es un reanálisis de los datos de un estudio previo, este en concreto. Y la segunda, que también se puede deducir del título, es que no se basa en la realización de compras reales. En los ensayos incluidos se realizaron simulaciones de compra mediante un programa de ordenador. Evidentemente, esta segunda circunstancia es un factor limitante importante, porque no tenemos evidencias sólidas de que la gente se vaya a comportar de la misma forma en una simulación por ordenador y en una compra real. Y mucho menos a medio-largo plazo.
Tras estas puntualizaciones, vayamos al grano.
Lo primero que hay que destacar de esta última investigación es que tenía como objetivo estudiar si la utilización de la etiqueta Nutriscore afecta a la compra de productos que no llevan Nutriscore, es decir, a los productos frescos y no envasados. Y sus conclusiones finales son favorables, como se puede comprobar en la traducción del resumen de los autores:
"Estos hallazgos aportan nuevos conocimientos sobre el efecto positivo de Nutriscore, que parece disminuir la compra de productos procesados, lo que da lugar a una mayor proporción de alimentos sin procesar y sin envasar, de acuerdo con las recomendaciones de salud pública."
Pero yo no voy a centrarme en este resultado. Prefiero profundizar en otros datos relacionados con el fin para el que se creó Nutriscore: ayudarnos a elegir "mejores" productos envasados mediante su sistema de evaluación de letras y colores. Porque conviene recordar que Nutriscore solo se aplica a productos procesados y envasados y que esta etiqueta se gestó precisamente para aportarnos información que nos impulse a comprar (y consumir) más productos calificados con el nivel A y B (más saludables según su algoritmo) y menos con el nivel D y E (menos saludables). Se supone que es su valor añadido respecto a otras etiquetas, como las de tipo alerta (alto en sal, alto en azúcar, etc.), que solo aportan valoraciones negativas.
Pues bien, lo cierto es que en el estudio original en el que se basa este reanálisis no se llegaron a conclusiones muy alentadoras respecto a la función de Nutriscore relativa a ayudarnos a elegir mejores productos envasados. Esto dijeron entonces sus autores:
"...no hubo diferencias significativas entre los grupos Nutri-Score y sin etiqueta"
Pero lo interesante del nuevo reanálisis es que aporta datos complementarios del estudio original que no estuvieron accesibles en aquel momento y que nos sirven para evaluar ahora con más detalle la eficacia de Nutriscore en este sentido. Basta tomar los datos de la tabla 2 y hacer algunos sencillos cálculos para llegar a unos resultados especialmente interesantes: conocer el porcentaje de cada nivel (A, B, C, D y E), tanto al utilizar etiqueta Nutriscore como sin etiqueta de ningún tipo, respecto a la cantidad de productos envasados. Esta última condición es especialmente importante, calcular el porcentaje respecto a los envasados, en lugar de respecto al total de la compra (que es lo que hacen los autores). De esta forma podremos saber si Nutriscore, además de para comprar más productos sin envasar, ha servido para ayudarnos a comprar "mejores" envasados. Que es, insisto, su "función original".
Pues bien, tras hacer los números he representado gráficamente el resultado. Las barras con líneas continuas muestran el porcentaje de productos envasados comprados que encajarían en cada nivel Nutriscore cuando no se utiliza ninguna etiqueta FOPL, respecto al total de productos envasados. Y las barras con líneas discontinuas muestran lo mismo, pero en este caso cuando se utiliza la etiqueta Nutriscore:
Se aprecia que el porcentaje de A y B - los productos clasificados como más saludables - se ha reducido, justo lo contrario a lo que sería deseable (y esperable por parte de los defensores de Nutriscore). Por contra, el porcentaje de D ha aumentado, lo cual es positivo, pero el de E - el grupo menos saludable - prácticamente no ha cambiado. Finalmente, el porcentaje de C - un nivel "intermedio" que no se sabe si es saludable o no pero que personalmente considero que no es como para echar cohetes - ha aumentado de forma significativa.
En resumen, según estos datos parece que Nutriscore no ha servido para comprar mejores productos envasados o procesados. La distribución de porcentajes con línea discontinua (con Nutriscore) no es significativamente mejor que la distribución de porcentajes con línea continua (sin etiquetas).
Es decir, que este estudio confirma una de las cuestiones que considero más críticas y que comenté en este post anterior: Los alimentos frescos - que son precisamente los que no llevan etiqueta Nutriscore - se suelen incluir en la evaluación de su eficacia, interfiriendo de forma muy importante en dicha evaluación, ya que aportan beneficios y nutrientes que Nutriscore considera positivos. Es decir, los productos frescos actúan como una variable de confusión. Pero lo que realmente necesitamos saber es si Nutriscore es eficaz y aporta beneficios considerando únicamente sus efectos en los productos que llevan este etiquetado. En este estudio tenemos datos para saberlo, haciendo los cálculos para conocer el porcentaje de cada categoría únicamente en los productos envasados. Y al hacerlo, la utilidad y beneficios de Nutriscore en este sentido desaparecen. Es decir, que solo parece ser eficaz para reducir (modestamente) el porcentaje de comida procesada, en general, sin aportar ningún matiz respecto a sus diferentes categorías de procesados. Pero entonces, ¿para qué tantas letras, colores y algoritmos? ¿No sería mucho más sencillo (y posiblemente eficaz) utilizar sellos de tipo "alerta"?
Respecto a la influencia en productos sin envasar
Volvamos al objetivo principal del artículo, analizar la influencia de la etiqueta Nutriscore en la compra de productos no envasados. Como ya he comentado, este resultado es positivo, como se muestra en la siguiente tabla incluida:
He enmarcado en verde, en la parte inferior de la tabla, el resultado que ha dado lugar a las conclusiones principales que destacan los autores: el porcentaje de productos no envasados comprados ha aumentado casi un 6%. En principio es un buen resultado, aunque bastante modesto.
Pero también conviene matizar que si en lugar del porcentaje de productos miramos el número, veremos que, paradójicamente, la cantidad de productos no envasados realmente se ha reducido con Nutriscore. Cerca de un 2%, como he enmarcado en rojo. Pero como el número de productos se ha reducido en todos los casos, el balance global en porcentaje ha sido positivo.
De cualquier forma, hay algo más llamativo (y poco positivo) del efecto concreto que ha tenido Nutriscore en algunos grupos de alimentos. Los datos podemos verlos en la tabla 4, de la cual he extraído una parte, con las diferencias (en porcentajes) entre no utilizar etiquetas y utilizar Nutriscore:
He marcado en rojo las diferencias que pueden considerarse negativas (porque la proporción de productos ha cambiado a peor al utilizar etiquetado Nutriscore) y son unas cuantas. Ciertamente, el resto de resultados son mayoritariamente positivos, pero hay algunos de los enmarcados que son bastante preocupantes: Reducción de la compra de vegetales, legumbres y pescado fresco. Y aumento de carne fresca y procesada, así como zumos y bebidas azucaradas. Ninguno de estos cambios dietéticos pueden considerarse positivos, más bien al contrario.
Conclusiones
En definitiva, en este estudio por un lado parece que Nutriscore ayuda a aumentar ligeramente la compra de productos no envasados o frescos. También a reducir algunos poco recomendables y aumentar algunos saludables. Pero por otro, también parece provocar otros cambios dietéticos poco recomendables. Además, de los datos incluidos puede deducirse que Nutriscore no ha sido efectivo para ayudar a comprar mejores productos envasados, lo que debería ser su función primordial.
Por lo tanto, yo creo que este estudio aporta más bien poco en favor de Nutriscore. Su diseño - una simulación de ordenador - es poco realista; y sus resultados - diversos y heterogéneos - no son nada concluyentes respecto a su utilidad real o posibles beneficios.
Para leer más sobre las pruebas que soportan Nutriscore, recomiendo leer este artículo anterior y este otro.
Actualización:
Un estudio posterior analizó la utilidad de Nutriscore para influir en la intención de compra de un producto ultraprocesado (barritas de aperitivo): "The effect of the nutri-score label on consumer’s attitudes, taste perception and purchase intention: An experimental pilot study" (2021). Los autores tampoco detectaron ningún efecto significativo.
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