Donar sangre es uno de esos actos que todos deberíamos practicar periódicamente. Con muy poco esfuerzo, ofrecemos a otras personas la posibilidad de recuperarse de una grave enfermedad u operación e incluso de seguir viviendo. Basta con dedicarle una hora cada varios meses y los posibles beneficios son inmensos.
Aunque los profesionales sanitarios se esfuerzan en hacer llegar sus unidades de extracción a todos lados, es habitual que una de las razones principales para no donar sea la falta de tiempo. Pero le invito a reflexionar al respecto: Por una hora de dedicación, está salvando vidas. ¿Se le ocurre alguna otra actividad con mayor relación coste-beneficio?
Pues bien, un reciente estudio sugiere que los beneficios podrían ser aún má, incluso para el donante, especialmente si está obeso y sufre síndrome metabólico, algo muy habitual entre gente con sobrepeso. En Effects of phlebotomy-induced reduction of body iron stores on metabolic syndrome: results from a randomized clinical trial (2011) investigadores alemanes pensaron que la alta concentración de hierro en la sangre podría estar influyendo negativamente entre pacientes con esta patología, por lo que sometieron a un grupo de 30 hombres a un par de flebotomías (sangrías), en función del nivel de ferritina que presentaban, y compararon sus indicadores con los de otro grupo de control.
Al final de la investigación aquellos a los que se les extrajo sangre redujeron su presión arterial, sus niveles de glucosa en sangre, la relación LDL/HDL y sus pulsaciones por minuto. A la vista de estos resultados la donación, que permite reducir los niveles de hierro acumulado, podría ser beneficiosa para este tipo de personas.
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