La mayoría de ustedes conocerán el llamado
semáforo nutricional. Son unos gráficos similares a esa señal de tráfico que podemos encontrar en el etiquetado de los alimentos y que se establecen en base a las cantidades diarias recomendadas de aquellos componentes que se consideran que se deben controlar: Calorías, azúcares, grasas, grasa saturada y sal. Vamos, que sobre todo tienen un
enfoque de máximos, es decir, utilizan colores llamativos como el amarillo y, sobre todo, el naranja, para avisar de cantidades elevadas de alguno de estos componentes. En definitiva, es un sistema dirigido especialmente a aquellas personas que no saben de nutrición, de forma que visualmente y sin tener que pensar demasiado, puedan valorar cuánto deberían comer de un alimento para seguir una dieta saludable. Y sobre todo para no pasarse de la raya. Pueden conocer los detalles y los criterios concretos en
este enlace de Eroski.
Que quede claro que me parece que es una iniciativa interesante y que tiene su utilidad, sin ninguna duda. Sin embargo, no siempre cumple correctamente su función. Fíjese en los semáforos nutricionales que he recortado de dos alimentos diferentes: