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16 nov 2020

Alimentos ultraprocesados y salud, lo que dicen los estudios observacionales

De forma continua e inexorable, aunque a muchos no les guste, la evidencia sobre la relación entre los alimentos ultraprocesados y la salud se va acumulando. La mayor parte de ella es observacional, pero poco a poco nos va dando información interesante y que se debería tener en cuenta a la hora de analizar la totalidad de la evidencia existente.

En esta línea, se acaba de publicar una reciente revisión que precisamente intenta sintetizar los resultados de toda la  investigación epidemiológica relevante sobre los ultraprocesados realizada hasta la fecha. Se trata del estudio "Ultraprocessed food and chronic noncommunicable diseases: A systematic review and meta-analysis of 43 observational studies" (2020) y tal y como se dice en el título, es una revisión sistemática con metanálisis que recopila los resultados de 43 estudios observacionales diferentes y cerca de un millón de personas, sobre la relación entre su ingesta y una amplia diversidad de enfermedades no transmisibles.

Estas son las conclusiones a las que llegan los autores en lo que respecta a personas adultas:

"...el metanálisis mostró que un mayor consumo de alimentos ultraprocesados ​​se asoció con un mayor riesgo de sobrepeso y obesidad, obesidad abdominal, mortalidad por todas las causas, síndrome metabólico y depresión en adultos, así como sibilancias en adolescentes. Además, la revisión sistemática de la literatura mostró que un mayor consumo de alimentos ultraprocesados ​​se asoció con más riesgo de diabetes mellitus tipo 2, fragilidad, síndrome del intestino irritable, dispepsia funcional, enfermedades cardiovasculares (y algunos, pero no todos, factores de riesgo asociados), cáncer de mama y cáncer en general. También se asoció con síndrome metabólico en adolescentes y dislipidemia en niños. 

Esta revisión proporciona evidencia de que el consumo de alimentos ultraprocesados ​​se asocia con numerosas enfermedades crónicas. Nuestros resultados son consistentes con la gran cantidad de evidencia que demuestra que los patrones dietéticos no procesados ​​o mínimamente procesados ​​están relacionados con un riesgo reducido de enfermedades crónicas (...).

(...) no se encontró incremento en el riesgo de mortalidad por enfermedad cardiovascular, enfermedad inflamatoria intestinal, cáncer colorrectal o cáncer de próstata en adultos".

A la hora de proponer hipótesis para explicar estos resultados, los autores explican que una dieta rica en ultraprocesados suele provocar una mayor ingesta calórica y una menor calidad nutricional, con más cantidad de azúcares, sal, grasas trans y saturadas y escasez de fibra. Sin embargo, añaden que ven probable que haya más factores que influyan, ya que en los estudios en los que se han realizado ajustes respecto a estas variables se seguía llegando a resultados similares. Y enumeran algunos posibles candidatos: alteración de la matriz alimentaria (su destrucción durante el procesamiento podría dar lugar a alteraciones durante el proceso de metabolización), presencia de aditivos (sobre todo emulsificantes y edulcorantes, cuyo consumo crónico podría afectar negativamente a la microbiota o la inflamación), compuestos carcinogénicos (como los creados en cocinados a muy alta temperatura) o posible presencia de algunos compuestos tóxicos que migran de los envases, como el bisfenol A.

Por otro lado, la revisión incluyó el análisis segmentado de los estudios entre la población infantil, llegando a unas conclusiones bastante menos claras que en el caso de los adultos:

"... el aumento del consumo de alimentos ultraprocesados ​​se relacionó con una mayor circunferencia de la cintura y dislipidemia en los niños, así como con el síndrome metabólico en los adolescentes. Sin embargo, tanto los datos prospectivos como los transversales no mostraron asociación o mostraron asociación inversa entre las distintas medidas de exceso de peso (IMC, circunferencia de la cintura, relación cintura-altura, pliegues cutáneos y porcentaje de grasa corporal) y otros factores de riesgo metabólico (niveles elevados de glucosa, insulina, triglicéridos, colesterol HDL y no HDL y presión arterial). De manera similar, el análisis transversal de niños y adolescentes con peso normal vs sobrepeso no mostró diferencias en el consumo de alimentos ultraprocesados ​​entre los grupos o un mayor consumo entre aquellos con peso normal. "

Y estas son las hipótesis que plantean para explicar estos resultados tan diferentes entre los más pequeños:

"... estos resultados sugieren que hace falta una ingesta constante en el tiempo de alimentos ultraprocesados para provocar efectos negativos de enfermedad cardiovascular subclínica que se manifieste posteriormente, a lo largo de la vida. No obstante, la ausencia de asociaciones claras en niños y adolescentes podría explicarse en parte por los cambios físicos del desarrollo que tienen lugar durante estas etapas vitales del ciclo de vida humano, que tienen el potencial, por ejemplo, de retrasar o compensar los efectos en el peso corporal de los alimentos ultraprocesados. Además, solo uno de los estudios controló la actividad física y el infrarreporte de la información sobre ingesta dietética como posibles factores de confusión. (...). Otra posible explicación es que la mayoría de las muestras provenían de comunidades de bajos ingresos, donde los niveles de actividad física pueden ser mayores que en las comunidades de mayores ingresos."

Como síntesis final, los autores cierran el trabajo con el siguiente párrafo:

"El presente metanálisis proporciona evidencia que un mayor consumo de alimentos ultraprocesados se asocia con un aumento en adultos del 20% al 81% en el riesgo de diversas enfermedades no transmisibles cuando se evalúan de forma transversal y un aumento del 22% al 28% en el riesgo de depresión y mortalidad cuando se examinan prospectivamente. Sin embargo, la evidencia de una asociación entre el consumo de alimentos ultraprocesados y los resultados adversos para la salud en niños y adolescentes fue limitada. (...) el peso de la evidencia es suficiente y teniendo en cuenta el principio de precaución, en las iniciativas preventivas debería abordarse el tema del consumo de alimentos ultraprocesados."

Lo dicho, la evidencia se va acumulando y no pinta nada bien. Aunque parece que para la gente de AESAN no es suficiente, ya que la comida ultraprocesada solo se menciona en su informe con recomendaciones dietéticas al hablar de otras guías.

1 comentario:

  1. Se entiende que el metabolismo y otros factores como la actividad física, la producción de hormonas como la del crecimiento, la renovación acelerada de tejidos y el poco daño acumulado en la infancia compensan de alguna forma la mala alimentación. Pero me queda la duda sobre el efecto de una mala dieta en la infancia respecto a los hábitos alimenticios y sus consecuencias en la adultés. Sospecho que no pasaría tan desapercibidos.

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