Los expertos que han realizado la investigación han analizado los dientes de tres especies de nuestro árbol evolutivo: la más directamente relacionada con nuestros orígenes (género Homo), otra que evolucionó en paralelo llamada Paranthropus Robustus, y una tercera, antecesora más lejana de las dos anteriores, Australopithecus Africanus. Podemos hacernos una idea de sus respectivas posiciones en la evolución viendo el esquema de la derecha (donde las he coloreado aproximadamente). Las dos primeras convivieron (y probablemente compartieron habitat) hace algo más de un millón de años y la tercera, tuvo su edad dorada hace unos tres millones de años.
El análisis se realizó midiendo la cantidad de estroncio presente en el esmalte dental, ya que se sabe que a mayor cantidad de estroncio, más vegetariana es la dieta, y a menor cantidad, más carnívora. Y los resultados indicaron que el Australopithecus (el mas antiguo) tenía la dieta más variada, el Paranthropus era sobre todo vegetariano y el Homo predominantemente carnívoro.
Es decir, sus conclusiones parece confirmar lo que ya muchos antropólogos piensan sobre la evolución humana y el papel que la alimentación jugó en ella (y que también comento en el libro "Lo que dice la ciencia para adelgazar"). Que, al menos durante un periodo importante de tiempo, el consumo de carne se convirtió en un factor clave para que nuestro cerebro pudiera adquirir los nutrientes necesarios para alcanzar las dimensiones y capacidades que iba necesitando.
Evidentemente, esto no significa que todos nuestros antepasados Homo hayan sido carnívoros, de hecho los expertos suponen (aunque todavía no hay estudios concluyentes al respecto) que, tras un periodo de especialización, posteriormente su dieta se diversificó de nuevo, pero confirma que en una fase de nuestra evolución fue fundamental que nuestro metabolismo se optimizara para comer carne.
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