Lo que dice la ciencia para adelgazar de forma fácil y saludable

9 ene 2015

"Reprogramando" el cerebro para desear alimentos saludables


En un reciente artículo hice referencia a diversos estudios que han analizado cuáles son los alimentos más deseados (algunos piensan que incluso "adictivos"). Como explico con detalle en "El Cerebro Obeso", nuestro cerebro puede llegar a hacerse expectativas sobredimensionadas sobre ellos, llegándolos a necesitar de forma intensa y reiterada. Lamentablemente, estos alimentos suelen ser los menos recomendables en una dieta saludable, normalmente ricos en azúcares, carbohidratos refinados, sal y grasas.

Quienes tienen que tratar con muchas personas que se cuidan de forma extrema y que viven con intensidad su dieta y su alimentación, quizás habrán observado en alguna ocasión la situación inversa. Hay gente a la que se le ve disfrutar de forma especial comiendo alimentos que otros consideran no demasiado atractivos y a las que incluso les disgustan y empalagan las sensaciones excesivas y exageradas de los alimentos altamente procesados. ¿Cómo lo hacen? ¿Simplemente tienen suerte y sus genes y metabolismo les han facilitado ese don? ¿O hacen cosas, consciente o inconscientemente, que les ayuda a llegar a esa situación?



Lo cierto es que sería magnífico si se pudiera conseguir aumentar el deseo de los alimentos considerados más saludables y reducir el de los menos recomendables. No solamente como elemento clave para el control del peso, también para conseguir una mejor salud y la prevención de numerosas enfermedades asociadas a la obesidad y a algunos malos hábitos alimentarios.

Cuando hablamos de deseo, el elemento central es el cerebro, así que las investigaciones sobre esta cuestión deberán centrarse en el estudio de este órgano, por ejemplo mediante las técnicas que analizan su actividad y respuesta a diversos estímulos. Es lo que se hizo en un reciente estudio publicado hace unos meses, que precisamente se enfocó para profundizar en este tema. Se trata de "Pilot andomized trial demonstrating reversal of obesity-related abnormalities in reward system responsivity to food cues with a behavioral intervention", que como podrán comprobar, se diseñó y llevó a cabo de acuerdo a unos planteamientos  interesantes.

El equipo estaba formado por un grupo multidisciplinar, con expertos norteamericanos en nutrición y metabolismo y neurología de las universidades de Harvard y Tufts. Seleccionaron a personas adultas menores de 65 años, con sobrepeso u obesidad moderada y las dividieron en dos grupos, el de intervención y el de control. Al de intervención lo sometieron a una dieta comercial, en concreto la llamada I-diet, una iniciativa de los propios autores del estudio basada en aportar alimentos saciantes y de bajo índice glucémico (25% grasas, 25% proteínas y 50% carbohidratos de lenta absorción y altos en fibra). Además, y este aspecto puede ser especialmente importante, se celebraron 16 sesiones de una hora cada una, para formar, informar y educar de la mano de nutricionistas expertos a los participantes en torno a los principios de esta estrategia dietética y los tipos de alimentos que recomienda.

Antes de la creación de los dos grupos, todos los pacientes fueron sometidos a análisis de actividad cerebral mediante imagen por resonancia magnética funcional (fMRI), para evaluar la respuesta de una zona del cerebro ante diversas imágenes. En concreto se analizó un área que en trabajos anteriores se había comprobado que está muy relacionada con la recompensa y la sensación de placer al comer, el cuerpo estriado. Durante el "escaneo", se mostraron a los pacientes imágenes de alimentos considerados poco saludables (HC)  por un lado, de alimentos más saludables (LC) por otro (estos formarían parte del programa de adelgazamiento) y de objetos similares a los alimentos en forma y tamaño. Una mayor actividad cerebral de la zona estudiada correspondería con una mayor sensación de deseo hacia el objeto o alimento. Además, para contrastar esta información, se les pidió que evaluaran mediante una escala de 1 a 4 dicha sensación de deseo cuando miraban cada imagen.

Aquí tienen unos cuantos ejemplos de las imágenes utilizadas.


Tras los seis meses siguiendo la dieta y recibiendo las sesiones educativas, se volvió a hacer un análisis cerebral fMRI a todos los participantes, para medir otra vez su actividad, volviendo a mostrar las mismas imágenes de forma aleatoria. Y también se les pidió que evaluaran otra vez la sensación de deseo que les generaban.

Tras este proceso, se analizaron todos los datos, comprobando que los cambios habían sido muchos y bastante interesantes.

Los investigadores comprobaron que existían grandes diferencias del grupo de intervención (el que había recibido las sesiones y la dieta) respecto al inicio del ensayo y también respecto al grupo de control.

Para representar estos cambios de actividad cerebral de forma gráfica los autores incluyeron en el estudio las siguientes figuras:



Como pueden observar, en los pacientes en los que hubo intervención - cuyos resultados se muestran en color rojo - se produjo un significativo aumento de la activación de las áreas cerebrales al mirar los alimentos saludables (LC) y un importante descenso al mirar los no saludables (HC), tanto respecto al inicio del experimento como respecto al grupo de control. Es decir, que tras la intervención los alimentos más recomendables generaron mayores expectativas de placer que al principio y los menos saludables menores.

Respecto a la "deseabilidad" que evaluaron los propios participantes, estos fueron los resultados al final de la intervención. 


También en este caso en el grupo de intervención los alimentos saludables se convirtieron en más deseables y los menos saludables en menos deseables, en la misma línea que los resultados de actividad cerebral.

Dado que el diseño del estudio parece bastante sólido y bien estructurado y viendo estos resultados y estos cambios de la respuesta cerebral, la parte más interesante del estudio está en los detalles de la intervención, tanto los de la dieta como los de las sesiones educativas. Pero, supongo que por evidentes razones comerciales,  los autores no dan casi nada de información al respecto en el documento original. Así que es imposible hacer valoraciones respecto a cómo pueden haber influido la perspectiva cognitivo-conductual, ayudando a "posicionar" mentalmente los alimentos saludables entre los preferidos, y la perspectiva dietética, dirigida a "normalizar" bioquímica y metabólicamente la sensibilidad de las áreas cerebrales relacionadas con la recompensa y con las expectativas ante los alimentos (por ejemplo, como consecuencia de efectos como los explicados en el estudio de 2011 "Circulating glucose levels modulate neural control of desire for high-calorie foods in humans").

Aunque son resultados interesantes, hay que ser prudente antes de lanzar las campanas al vuelo. En primer lugar porque se trata de un estudio con pocos sujetos, tan solo 13 personas. Parece bien diseñado y riguroso, pero pequeño. En segundo lugar, se trata de un trabajo bastante pionero ya que prácticamente no hay estudios sobre el tema y los que han estudiado enfoques con algún punto en común, han obtenido resultados dispares. Por ejemplo, en el año 2012 se publicó el trabajo "fMRI Reactivity to High-Calorie Food Pictures Predicts Short- and Long-Term Outcome in a Weight-Loss Program", pero no se obtuvieron resultados igual de prometedores. Y más recientemente, a finales de 2014, se publicó "A pilot randomized trial of a cognitive reappraisal obesity prevention program", en el que uno de los tres grupos de intervención del estudio se centró en aspectos psicológicos y educativos y en el que se llegó a algún resultado de cierto interés que podría hacer pensar en que el enfoque tiene ciertas posibilidades. Pero lo cierto es que fueron de poca dimensión y el diseño del estudio tampoco ayudó mucho a hacer un análisis en profundidad.

Lo dicho, habrá que esperar a futuras investigaciones para saber si esta "reprogramación cerebral" en favor de los alimentos saludables y contra la comida basura es algo útil y efectivo. Podría ser un buen punto de partida para reforzar la relevancia de la psicología y la neurología en las estrategias para combatir la obesidad. 

9 comentarios:

  1. Has descrito mi caso: "Hay gente a la que se le ve disfrutar de forma especial comiendo alimentos que otros consideran no demasiado atractivos y a las que incluso les disgustan y empalagan las sensaciones excesivas y exageradas de los alimentos altamente procesados". Y tengo la suerte de que mi mujer, habiendo sido de peor comer, prefiere la buena cocina también si tiene la opción (yo soy el que más cocina). Con lo cual, seguir hábitos saludables nos es facilísimo. Somos un caso intermedio de los extremos que presentas: nos cuidamos de forma extrema; pero sin vivir con intensidad la dieta y la alimentación. No pensamos en ello más que cualquiera ante la pregunta: "¿Qué hacemos de comer?".

    Especialmente con los dulces, desde pequeño, no me gusta la simpleza del azúcar, sin complejidad, solo dulce, nunca he sido de chucherías ni de pequeño. También soy de comida cocinada, pienso que me volvería loco si solo pudiese comer comida procesada.

    Mi hermana en cambio siempre ha sido de comer fatal, chuches, aperitivos y demás, por lo que no creo haya sido la educación culinaria en casa.

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  2. Te confieso que a mí me pasa parecido, en todo lo que comentas. ¡Incluso en lo de la hermana!

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  3. Sin duda, yo deje de comer ciertas comidas basura que e gustaban, y ahora al paso de muchos años las miro y me da asco de tan solo mirarlas. El problema es que si me fuerzan a probarla me doy cuenta de que mi asco hacia ellas era como una barrera, no me da tanto asco el comerlo, como pensar en comerlo.

    Difícil de explicar pero muy fácil de experimentar, evitad durante mucho tiempo algún tipo concreto de comida basura que hayáis amado o sido adicto a ella y si lográis un alto margen de tiempo sin probarlo (debe pasar suficiente como para casi olvidarte de su existencia y sabor) entonces al verlo tendréis esta sensación.

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  4. Una información brillante y digo lo mismo de tu sitio. Yo también estoy tratando de reprogramar por así decir mi cerebro ya que quiero empezar a comer bastante saludable

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  5. Aquí otro estudio que intenta aportar un poco mas al tema:

    http://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1002/oby.21004/abstract

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  6. Es un articulo con informacion muy interesante ya que por mi parte, hace mucho tiempo me encantaban los dulces y la comida chatarra, pero con el tiempo fui deseando tener mejor habito alimenticio y fui quitando las malas dietas en mi alimentacion.

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  7. Yo siempre he evitado las frutas, hasta el extremo de llegar a pasar meses enteros sin probar una, y amaba los snacks salados (los tomándolos a diario y en cantidad).

    Siguen gustándome los snacks pero ahora sólo los como ocasionalmente, y en cantidades medidas (por ejemplo, 50g de papas chip una o dos veces al mes); ya no son la tentación irresistible que solían ser. Incluso, oh milagro, se me ha dado el caso de no comerme todo lo que me había servido; simplemente no me apetecía.

    Pero el cambio del que estoy más contento es el referido a las frutas. Ahora en mi cabeza se encuentran clasificadas cerca de los dulces. Por ejemplo, si me apetece algo de azúcar me como una naranja. Y tanto hablar de ello me han dado ganas, me voy a por una ... ;-)

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  8. ¡¡¡Con lo de la "reprogramación" pensaba que ibas a hablar de programación neurolingüistica y me he "espelucao"!!! Menos mal que me he equivocado, hubiese sido un duro golpe ver que uno de mis adalides del pensamiento crítico y el escepticismo invocaba a este tipo de historias seudocientífica!
    Bromas aparte gracias por tu blog!!! Excelentísimo trabajo con las entradas y lidiando contra los seudos que vienen aqui a trolear (ejemplo: los troles de tu entrada de "La Enzima...").
    Un saludo de un seguidor habitual!

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